La elusión de impuestos como característica principal del contrabando de artículos sujetos al impuesto al consumo tiene una consecuencia gravísima para la economía colombiana en los departamentos del Occidente y el corredor del Anden Pacifico, pues si bien es cierto, que esta práctica ilegal crea burbujas económicas, entornos de desarrollos que obedecen a rentas criminales, generan empleos temporales, dinamizan la economía y hasta crean procesos inflacionarios, también es cierto que esa comunión de la ilegalidad con los recursos del Estado aunque han contribuido a un cambio fundamental en la construcción de viviendas, el equipamiento social, básicamente en fincas de recreo, centros comerciales, canchas sintéticas, urbanizaciones, y negocios como almacenes o ventas de celulares, discotecas, estanquillos,…, esto no es más que un lavado de activos que fortalece el flagelo que le ha costado muchos dolores de cabeza a la sociedad colombiana.
Nace a partir de allí, una profundización de temas como la prostitución infantil en barrios marginales, aumento del consumo de drogas ilícitas, más menores engrosando las filas de los grupos delincuenciales que tienen el control del territorio a lo largo y ancho del Pacifico colombiano. No obstante, a que cada día hay más aprehensiones de drogas y contrabando, parece que los muchos desaparecidos en esas rutas de la muerte que dan cuenta de una gran cantidad que nunca regresaron, no es suficiente para exhortarlos a no dejarse seducir por los riesgos implícitos en estas prácticas criminales.

En las calles de Quibdó, Buenaventura, Bahía Solano, Tumaco, Pasto, Istmina, entre otros pueblos del Pacifico, se ve claramente una alta incidencia del desarrollo forjado por rentas ilegales, sin la motivación de inversiones estatales poco a poco es visible el nacimiento de nuevos empresarios locales, que le han apostado a una transformación estética del territorio, aumentando la oferta hotelera, mayor variedad de consumo, y una diversificada oferta de diversión. La economía local se ha atomizado, y diversificado, la demanda es creciente evidenciando el génesis de un capital que otrora no existía.
Estos territorios han adolecido la presencia del Estado y su geografía inhóspita se convirtió en el aliado perfecto para que erigiera toda clase de prácticas ilegales como narcotráfico, contrabando, tráfico de migrantes, y minería ilegal, sumado a ello la cofradía parcial de agentes del Estado ha facilitado el éxito de operaciones ilegales que posteriormente filtraron esos dineros a la sociedad y el asentamiento de estos grupos que se apropiaron del territorio como ejércitos privados y gendarmes ilegítimos de la seguridad.
A partir de allí se crearon cargas impositivas, nuevos controles al tráfico ilegal de las mercancías que permitió el retorno de un capital en la zona, lo que se tradujo en una economía subrepticia que sin ambages termina siendo fundamental en la demanda agregada de la región y contabilizada en el PIB nacional, los múltiples beneficios de esta práctica ilegal es ignorada por muchos que desconocen la procedencia de ese capital cuando llega a sus negocios, como por ejemplo los dueños de ferretería que aumentan sus ventas al dinamizarse la construcción por la interrupción abrupta de la oferta monetaria gestada a partir de estas rentas ilegales.
Se observa entonces, por una parte las consecuencias a las arcas del Estado del tráfico ilegal de las mercancías sujetas al impuesto al consumo, a los sectores de salud y deporte cuando se habla de cigarrillos y licores, en segundo lugar a los controles del Estado para evitar esta práctica ilegal del contrabando o mitigar sus efectos y consecuencias sobre la economía, pero por otra parte y en tercer lugar observamos la misma complicidad del Estado como en el caso de papá pitufo, donde los mismos agentes del Estado crean el escenario perfecto para que por puertos y aeropuertos circule libremente estas mercancías, en cuarto lugar, los beneficios directos e indirectos sobre la economía colombiana que finalmente así no resarzan el daño social, si crean condiciones dignas de equipamiento urbano y aumento del nivel de vida a beneficiarios directos e indirectos que ya están asentados con anterioridad y sostienen los niveles de empleo en la región.
Y por último, para nadie es un secreto que, muchos empresarios del país y la región su acumulación originaria de capital se gestó a partir de las prácticas ilegales de marras, los cuales han permeado la política local y nacional, para luego fungir como contratistas importantes del Estado, pues previamente esos recursos supeditaron los resultados de las contiendas electorales, convirtiéndose en un círculo vicioso donde por un lado, desde la legalidad solo se habla de las consecuencias nefastas del contrabando y del narcotráfico, y por otro lados, quienes dirigen esas políticas de represión y combate, previamente han sido elegidos de las bondades que nadie menciona públicamente, pero continúan la senda del desarrollo evidenciado en inversiones ya legales en fincas de recreo, edificios de apartamentos…, prueba clara del efecto multiplicador del dinero y de la teoría keynesiana
Willinton Vidal Rojas Economista