Radio en vivo

Carlos Rosero, la apuesta afrodescendiente a un progresismo radical. Por :Jhon Antón Sánchez

En la foto la foto . De izquierda a derecha : Carlos Rosero, antropólogo, Jaime Arocha, antropólogo, John Antón, antropólogo, La Dra Noriko Hataya de la Universidad de Tokio y Arturo Escobar antropólogo y Absalón Suárez del PCN. Bogotá en 2023.

A propósito de una salida ministerial que revela más de lo que intenta ocultar.

Este es un texto sentipensado. No busca objetividad neutra, sino claridad comprometida.

La salida de Carlos Rosero del Ministerio de Igualdad no es una derrota, ni para él, ni para el Proceso de Comunidades Negras PCN, ni para el movimiento afrodescendiente. Es la constatación de una disputa latente: ¿cómo convive la negritud política con los límites del progresismo blanco, patriarcal, institucional y electoral?

Conozco a Carlos desde 1990, cuando joven antropólogo aspiraba a la Asamblea Constituyente. Yo, chico aun, caminaba junto al PCN, y desde entonces su militancia es testimonio y horizonte.

Rosero no es solo un académico o activista: es el portador de una visión afrocentrada de Estado que incomoda a los intereses burgueses, incluso cuando estos se visten de izquierda.

Para algunos Petro sustituye a Carlos, quizá por “cálculos electorales” y “entramados burocráticos. Otros preferimos hablar de desplazamiento simbólico propio del multiculturalismo liberal: el reemplazo de una minoría política por otra con mayor rentabilidad electoral.
El utilitarismo de masas golpea, una vez más, la dignidad afrodescendiente.

La afrodescendencia no puede ser instrumentalizada en función de cálculos electorales. Es una fuerza política, ética y civilizatoria que exige protagonismo dentro de los modelos de transformación social, que dice el progresismo abrazar.

El problema también está en la incomprensión del papel político de la afrodescendencia como agencia racializada.

La izquierda tradicional no ha resuelto el dilema entre raza y clase. Marx lo ignoró. Gramsci lo esquivó. Pero la intelectualidad negra lo ha explicado incansablemente. Y si el progresismo desea construir un bloque hegemónico auténtico, debe reconocer —y no solo tolerar— el poder transformador de la negritud.

Somos conscientes que un cargo ministerial no es lo que está en juego. Es la posibilidad de construir un proyecto de cambio en Colombia con un aporte afrocentrado, que sea humanista, antirracista, antipatriarcal, anticapitalista y descolonizador.

Esta es una apuesta histórica que tiene un legado haitiano, panafricanista y garveiano.

En suma, en este camino de participación política afrodescendiente en el gobierno progresista en Colombia, nos está quedando varias lecciones.

La primera es que sí es posible que la afrodescendencia sea sujeto transformador del progresismo latinoamericano.

Pero el progresismo electoral no debe replicar los vicios de la burguesía blanca: subestimación del voto afroconsciente.

La sustitución de líderes afrodescendientes por representantes de otras minorías no es inclusión, sino desplazamiento hegemónico.

La izquierda progresista debe articular raza, clase y género como categorías complementarias de transformación política.

La afrodescendencia debe madurar su capacidad de nutrir el progresismo desde una visión plurinacional, intercultural y republicana antes que liberal burguesa.

Proponemos avanzar en la construcción de un bloque o frente progresista afrocentrado que redefina el Estado, la Democracia, los Derechos y la Ciudadanía.

La serenidad estratégica de nuestros líderes, como Carlos, nos enseña que la experiencia del poder no se reduce a cargos: es horizonte civilizatorio.

Click Here
Click Here
Click Here
Click Here
Click Here
Click Here
Click Here
Click Here
Click Here
Click Here
Scroll al inicio