Como parte de una “pausa activa” de algo muy importante, que espero que así sea, estoy escribiendo y ante una publicación que leí en el grupo de WhatsApp de este periódico, denominado “#VACAPORLAVIAALMARCHOCÓ – EL CHOCÓ MERECE MÁS“, el cual iba acompañado de una chévere “infografía o flayer (que llaman ahora)”, me animaron a escribir, como parte de mi columna titulada “Una nueva esperanza para y por el Chocó”, este breve comentario. Publicación que además iba acompañada de la leyenda: “Hagámoslo viral para que nuestros gobernantes se pongan la 10 ✅ Esto (no) es solo un sueño no es una propuesta oficial a nadie se le está solicitando dinero!”. El () es mío. Sin duda alguna, que en estos días hemos escuchado y leído en casi todos los medios de comunicación y redes sociales, oficiales y no oficiales, sobre la propuesta de una “Vaca por las vías 4G de Antioquia”. La cual fue lanzada por el expresidente Uribe y acogida inmediatamente por el gobernador de dicho departamento, el gremio empresarial, social y, en fin, por mucha gente de dentro y fuera de ese ente administrativo. La cual en poco tiempo ya ha recogido más de 1.900 millones de pesos. Para la cual, hasta muchos chocoanos orgullosos dicen que “Ya envié los míos… eso sí es querer su tierra”.
Indudablemente, que, inspirado en este hecho, el pasado Miércoles Santo, “día que para los cristianos es triste por la traición a Jesucristo”, para nosotros podríamos decir que se convierte en “esa nueva esperanza, en ese nuevo intento de unirnos, de proponer (hacer) algo positivo por la tierra”; me pareció de entrada una muy buena iniciativa que algún(os) chocoano(s) planteó(aran) emular el hecho por el “bien” de todos. Por lo que inmediatamente lo repliqué en mis redes sociales con el comentario de “Creamos pues a ver si es posible, pero toca ver ¿quién promueve? ¿La institucionalidad presente? ¿Una vaca en el Chocó?, es un sueño solamente”. Y como era de esperarse, algunos contactos comentaron, lastimosamente con su razón: “Acá no hacemos ni una ternera”, “Lastimosamente es la verdad”, “Negro no deja progresar a negro”, “Viejo, con el nivel de corrupción y la gran astucia para desaparecer los recursos públicos, imagínate estos magos con recursos que se recaudan voluntariamente”… Y lastimosamente, todos tienen razón. ¿Cómo creer en una “vaca”? No hay razón y motivo. No hay confianza. No solo es cuestión de fe, sino de hechos. Y parece que, a corto y mediano plazo, no habrá esperanzas de creer.
Y duele porque el Chocó, más que nadie, merece esas vías. Las cuales ya había propuesto su priorización en varias columnas de este mismo medio, en mis redes sociales y por escrito entregué a la coordinación de la construcción del Plan de Desarrollo Departamental. Y a la fecha sigo esperando algún comentario o al menos un “acuso” de recibido. Porque duele más que prefiramos aportar en otros lados, que para nosotros mismos y nadie asuma nuestra culpa, pero sí echándole la culpa al otro.
Olvidando que en matemática elemental 1+1=2, +1=3, +1+1+1+1+1… Pero es algo que ya es común en nosotros. Por ejemplo, vivimos renegando de los vecinos de al lado, pero cada que podemos y/o nos “cae un pesito”, corremos a pasear, comprar, vivir, etc. por allá y de manera hipócrita, hablamos mal de ellos.
Pero nuestros gobernantes son los primeros que se van. ¿Por qué no pensamos en recorrer nuestros ambientes? Algo que denominado como “Misión Chocó (DIRALCUN)” que incluya un viajecito por día a Samurindó (CR Los Robles), Doña Josefa (Malecón), Yuto; Chintadó y Cértegui (Balnearios y gastronomía); Chorizos de Recta Larga, Ánimas y La Meca; Istmina y Condoto; y, Tadó (Mumbú y Togoromá) y balnearios; entre otros. Pero bueno, no es ni culpa de nosotros. “No se quiere lo que no se conoce”, porque no hacemos las cosas o las hacemos mal (o aparente mal para muchos, pero muy bien para unos pocos).
Sobre esto hace poco escribí en un grupo: “…Y nosotros como dice Tostao “botando saliva” y haciendo las cosas al revés. Parece que primero “nos limpiamos y después vamos al baño””. A lo que alguien ofendido replicó: “Cómo ordinario para decir las cosas? Digo no?” Y es que otra cosa también es que a nosotros nos gusta que nos hablen bonitos, que nos alaben, que nos guarden pleitesía por darle trabajo a alguien en lo público y “hacerle un favor” y por ende él y toda su familia deben estar agradecido toda una vida.
Sin duda alguna hay mucha desconfianza en nuestros dirigentes. Y no solo en los dirigentes, de todos contra todos, tanto a nivel interno (departamento) como externo (país y mundo). No hay fe ni esperanzas justificadas.
Al respecto, parece que la esperanza que se avizoraba en este nuevo periodo gubernamental, ¿se verá nuevamente frustrada? Trata uno de aportar, de creer, pero no nos ayudamos.
Por ejemplo, me inscribí en la iniciativa “Mérito Chocó” y después de varios meses, nunca más nada, ni un saludo. Sobre esto un colega me escribió: “Lo mismo digo, envié inscripción y nada. Se dice y escucha que con este gobierno no va a suceder nada, yo prefiero no juzgar, pero de enero hasta hoy, ¿cuántos muertos hay por desastres, cuántos damnificados, a cuánto ascienden las perdidas? Y eso que pidió el concurso de los estudiosos de la gestión del riesgo. Por solicitud de la gente de su equipo y cercanos, envié una nota técnica “carta abierta” y hasta hoy no tengo respuesta”.
Entonces, es nuestra idiosincrasia, nuestra forma de ser y vivir. Así somos. O así nos hemos vuelto. Pero lo que, si es cierto, que el merecimiento no se exige porque sí, se demuestra, se lucha por él y automáticamente llegará. Aquí es menester preguntarnos ¿qué hemos hecho para merecer más? Como se le interpretó a un candidato en las pasadas elecciones “ya es hora de ponernos ordenados” y dejar “los seis patrones culturales que los chocoanos deben cambiar para convertir las riquezas naturales y potencialidades en fortalezas reales de su departamento” que publicó la profesora Victoria Blanquised Rivera de la Universidad Luis Amigó, de Medellín: “1) La cultura de lo mínimo, 2) La cultura del despilfarro, 3) La cultura de la mentalidad cortoplacista, 4) Cultura basada en la incredulidad, 5) Cultura de la actitud negativa frente a la vida, y 6) Cultura del poco apego a nuestras potencialidades”.
Como lo he mencionado en muchos escritos: “Ojalá que algún día llegue nuestro ” líder-visionario” que como el “Ave Fénix” nos devuelva la esperanza. Que nos que saque del atolladero, que volvamos a creer y que como dice Hansel Camacho en la canción “lamento Chocoano” de Guayacán Orquesta: “Chocó, algún día tendrás alguien que te quiera, que luche por tu pueblo, combata tus problemas y tu serás grande ante el mundo entero”.
Pero que sea rápido, porque como en la canción “Búscame” que canta Gilberto Santa Rosa: “subráyame(nos) en tu agenda y pon “urgente”, porque las horas me(nos) aconsejan y estoy(amos) triste(s) y al parecer estás a punto de perderme(nos)”. Particularmente, yo ya ando como desilusionado, cansado y convenciendo que es imposible. Es difícil. Porque como me dijo un amigo, “¿Qué vamos a hacer? ¿La salvación es individual o queda algo por intentar?”. A lo que pienso, que la solución debería ser colectiva como los “paisas” (así digamos lo que digamos), pero como somos nosotros los chocoanos, seguirá la situación individual, el “voy por lo mío” “con la razón o sin ella” como se pregona a diario. Ya todo está claro.