Quibdó, noviembre 12 de 2024
Aprovechando mi estada en Cartagena, desde el 23 de octubre hasta el 5 de noviembre del año en curso, tuve la oportunidad de visitar el Museo Naval del Caribe, donde fui atendido por el Arquitecto Gonzalo Zúñiga Ángel, segundo al mando en el museo; su director es un Almirante de la Armada Nacional.
Gonzalo Zúñiga es hijo de padres Chocoanos y nieto de Gonzalo Zúñiga, el fundador y primer rector del Colegio Carrasquilla en 1905. Con Gonzalo sostuve una amena conversación sobre La Corredera, una revista que se publica en la Escuela Naval de Cadetes, como también sobre la patrullera La Espartana, que hizo presencia en el Chocó en varias oportunidades, de la cual tenía información desde mi niñez.
La A.R.C. Espartana, una de las naves insignias de la Armada Nacional, era una patrullera con centro de operaciones en el Caribe Colombiano, especialmente entre Santa Marta, Cartagena y Turbo, desde donde hacía esporádicos desplazamientos de vigilancia y control por el Río Atrato, con escala final en Quibdó. Dicha embarcación estaba dotada de 2 ametralladoras Punto 50, ubicadas una en la proa y la otra en la popa y contaba con 9 tripulantes.
Vale anotar que la Armada Nacional ha contado con varias naves bautizadas con el nombre La Espartana; la primera de ellas fue construida a finales de 1940, en los astilleros que tiene la Armada Nacional en Cartagena, con diseños del Ingeniero Naval y Capitán de Fragata Ricardo Azuero Vargas.
En la administración del Presidente de Colombia Laureano Gómez (1951 a 1953) época en que se recrudeció la violencia en Colombia, entre partidarios del partido conservador y el liberal, se presentó una matanza en el Río Atrato, cerca de la desembocadura del Río Munguidó, donde falleció un número indeterminado (no hubo registro del número) de campesinos, que iban río abajo en una balsa, eran los asistentes a un matrimonio, allí también iban menores de edad, los cuales fueron masacrados por los denominados “Chulavitas” una especie de policía paramilitar procedente de Boyacá y Cundinamarca.
Los cadáveres flotaron río abajo, nadie los recogió y menos se avisó a las autoridades civiles o judiciales por temor a correr la misma suerte de los occisos. Para lo época de esos nefastos hechos venía de Cartagena subiendo por las bocas del Atrato, la Espartana que a su paso encontró los cadáveres que la gente no se atrevió a recoger. Los tripulantes de la patrullera al llegar a Quibdó, reportaron ante las autoridades civiles y judiciales los hechos observados durante su trayecto.
Comentarios generalizados en Quibdó, señalaron al sacerdote español Antonio Angles, como el responsable de haberle informado a los “chulavitas”, que los campesinos que previamente habían surtido los trámites de esponsales y celebrado el matrimonio por el rito católico en Quibdó, eran “Chusmeros” liberales disfrazados de campesinos.
De niño, vi por primera vez a la Espartana y sus marineros, cuando estaba fondeada en el Río Atrato, por los lados de la parte de atrás de la antigua planta de energía eléctrica, ubicada en la Carrera Primera, entre calles 29 y 30, por donde hay una tienda de Colanta, un negocio de Yamaha y una tienda de los populares D1, frente al mega colegio MIA. Es de anotar que la presencia de los marineros por las calles de Quibdó, causaba una mezcla de curiosidad, admiración, era toda una novelería.
Según la versión de un amigo que residía en lo que hoy es el barrio La Esmeralda, que antes fue la zona de tolerancia de Quibdó y conocida como “Korea” en una noche cualquiera, unos marineros de la Espartana estuvieron en ese sector donde bailaron y tomaron tragos supuestamente en la cantina de Víctor Peña, más conocido como “Víctor chimpa” en donde aparecieron unos policías que sostuvieron un fuerte altercado con los marineros, situación que se pudo apaciguar por la mediación de los otros clientes que se encontraban en la cantina.
Es de anotar que el cuartel de la policía, quedaba en donde hoy está ubicada la edificación del SENA, en la carrera primera, entre calles 29 y 30, que era una casona de madera de dos plantas, de propiedad de la conocida familia Meluk. El citado cuartel estaba a pocos metros del inmueble donde quedaba la mencionada planta de energía eléctrica y por ende cercano al sitio donde estaba fondeada la Espartana. Dicha proximidad caldeó nuevamente los ánimos entre los contendientes, de tal manera que los tripulantes de la Espartana movilizaron la embarcación, se ubicaron en la mitad del Atrato, pero frente al cuartel de la policía y abrieron fuego contra la casona y los de la policía por su parte respondieron el ataque produciéndose un fuego cruzado, donde milagrosamente no hubo víctimas.
Ese hecho inédito en todo el Chocó y particularmente en Quibdó, de inmediato alarmó y llenó de pánico a la ciudadanía Quibdoseña; de tal manera que se requirió para el cese de hostilidades y fin del conflicto, la intervención del Gobernador del Chocó de ese entonces, Manuel Felipe Barcha Velilla (Agosto/1952 a Dic/1953) padre del exgobernador Manuel Barcha Garcés.
Con ocasión al incendio de Quibdó ocurrido el 26 de octubre de 1966, hizo presencia en Quibdó, la Espartana, en esa oportunidad desde Cartagena, equipada con dos potentes motobombas para ayudar a controlar la conflagración, su desplazamiento duró aproximadamente 24 horas, mucho menos del tiempo que tardaban las lachas que desde Cartagena nos proveían de comestible y mercancías, que bien se podían demorar 4 o 5 días, dado que la estructura de esas lanchas era más grande y la carga que trasportaban más pesada. La A.R.C. Espartana llegó casi que al tiempo de los carros de bomberos procedentes de Medellín.
En 1996, la Armada Nacional Colombiana, adquiere un buque de nacionalidad española, terminado de construir en un astillero particular en 1985, dicha embarcación posteriormente fue vendida a la marina de esa nación, donde estuvo a su servicio durante 9 años. Esa nave fue bautizada por el gobierno nacional, también como La Espartana, que hizo patrullajes en San Andrés y Providencia, la Guajira y Turbo; poco tiempo después esta Espartana tuvo que ser llevada al astillero de la armada nacional, debido a que presentaba unos defectos de diseño y construcción. Después de ser reparada y prestar servicios de rescate e incautación de drogas y contrabando, fue desactivada por el alto mando después de 16 años de servicio, porque era prioridad modernizar la adquisición de nuevos buques.
En 1968 hizo presencia en Quibdó, otra embarcación de la Armada Nacional la A. R.C. Mario Serpa, con estructura diferente a la patrullera La Espartana, tenía mayor capacidad operativa; esa embarcación jugó un papel importante en la desmovilización de las guerrillas liberales, con ocasión a la amnistía pactada con el gobierno del General Gustavo Rojas Pinilla, con la participación efectiva del General Alfredo Duarte Blum. Posteriormente la ARC Mario Serpa estuvo navegando por el Magdalena y el Atrato después de ser acondicionado como buque hospital. En el Mario Serpa, además del personal de la tripulación, viajaban médicos, odontólogos y paramédicos, con equipos para realizar cualquier intervención quirúrgica básica.
El A.R.C. Mario Serpa, fue escenario de una historia de amor real, que por el derecho y respeto a la intimidad de los personajes utilizaré nombres ficticios; por ello denominaré a la protagonista como Margarita quien para esa época podría tener unos 17 o 18 años de edad, en ese entonces la cédula de ciudadanía se expedía cuando la persona cumplía los 21 años de edad.
Margarita era de tez trigueña, nacida en un hogar modesto de Quibdó, su padre trabajaba en una entidad del orden nacional y ocupaba un buen puesto, su mamá era amada de casa, sus dos hermanos eran estudiantes del Colegio Carrasquilla y ella lo hacía en el Colegio de la Presentación, era agraciada, piernas bien torneadas, cuerpo esbelto, buena cara y de porte elegante, bailaba y cantaba muy bien; todo un dechado de atributos para que un hombre se quedara prendado de ella y el afortunado resultó ser un oficial del A.R.C. Mario Serpa, que apellidaremos como Castañeda, era del interior del país, de tez blanca, quien pidió a los padres de Margarita su mano, con promesa formal de matrimonio; pero para que se pudiera realizar la boda era menester contar con la aprobación del alto mando naval.
Para ese entonces en las fuerzas militares y de policía, para aprobar el matrimonio de un oficial, ser requería una visita a la vivienda de la novia, conocer los antecedentes familiares de la misma, nivel de vida. En particular en la armada nacional, el estatus social de la familia de la prometida era fundamental. Dos factores impidieron que las autoridades navales aprobaran la boda de Margarita; su color de piel y el no pertenecer su familia a la alta sociedad quibdoseña.
Como el amor todo lo puede, Castañeda dijo que así se le viniera el mundo encima se casaba con Margarita y continuó con los trámites ante la iglesia de Quibdó; razón por la cual enviaron por avión desde Cartagena, a un oficial de apellido Balcázar, de mayor grado que Castañeda, con instrucciones para arrestarlo por desacato a los superiores, lo que en efecto se hizo, lo encerraron con candado en una pieza pequeña que hacía las veces de calabozo que quedaba cerca del cuarto de máquinas.
Al día siguiente del arresto cuando en las horas de la mañana le llevaron el desayuno a Castañeda, oh … sorpresa¡ el prisionero no se encontraba, no habían contado con su astucia, ni con la de un suboficial de apellido Mena, quien subrepticiamente había conseguido la llave del candado, lo abrió y Castañeda a las 12 de la noche, se lanzó aguas abajo en el Atrato y llegó hasta el conocido Hotel de Turismo, donde hoy funciona la Universidad Antonio Nariño, en frente del edificio de la Gobernación del Chocó. De inmediato se iniciaron las pesquisas y cuando al fin localizaron a Castañeda, éste, se encontraba argollado y casado con Margarita.
Castañeda fue llevado a la base naval de Cartagena, para adelantarle un proceso disciplinario; Margarita partió en forma posterior a encontrase con su amado en el “Corralito de piedra” la convivencia de ellos a nivel social con los otros oficiales y sus esposas no fue nada grata, cuando se celebraban fiestas en la cámara de oficiales, nadie se sentaba con o junto a ellos; fueron objeto de discriminación racial.
Margarita y Castañeda residen en Cartagena, el matrimonio sigue vigente y sólido, viven felices como en los cuentos de hadas, rodeados del calor y cariño de sus hijos y nietos.