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LAMENTO CHOCOANO.» No necesitamos caridad. Todo lo que exigimos es un lugar en la dignidad». Por:Francisco Luis Valderrama A.

Tal parece que el Chocó solo existiera para apoyos coyunturales mientras llega la
próxima tragedia

Enero 17 de 2024
Esta tristeza profunda, este lamento doloroso, esta impotencia rabiosa, fue profetizada hace años por Miguel Vicente Garrido Ortiz, cuando plasmó en el pentagrama la tragedia que hoy agobia a nuestra entrañable tierra.
Con el amor como vehículo, las notas musicales como equipaje y la clarividencia como instrumento guía, el compositor hizo un viaje en el tiempo para describir el
abandono que desde siempre ha padecido el Chocó, no solo por parte de una
institucionalidad nacional mezquina y venal que en forma tardía se rasga las vestiduras por la catástrofe del viernes 12 de enero, sino también, para mayor escarnio, por su propia dirigencia política, en la cual la honestidad es la excepción y lo usual y cotidiano es el robo descarado de recursos públicos por una horda de hampones que convirtieron el presupuesto en botín y las instituciones en fuente de clientelismo y depredación.

Diseño Oche. Cortesía Q Radio


Hay una relación de causalidad entre las tragedias y la corrupción. Cada peso que
alguien roba se traduce en muerte y destrucción
. Las precarias vías chocoanas son por supuesto una amenaza permanente para quienes las transitan. Pero el Chocó también está asediado por males de igual envergadura como la minería en gran escala, la deforestación descontrolada y la explotación inmisericorde de recursos naturales,
que destruyen bosques, corrompen autoridades, contaminan aguas, alteran el paisaje e impactan la calidad de vida de los ciudadanos.

Una concesión legal no puede ser un eufemismo para disfrazar la extracción
irresponsable de recursos naturales y el enriquecimiento ilícito de algunos
privilegiados: Tiene que estar acompañada de un compromiso consciente con la calidad de vida de los habitantes de las zonas concesionadas. La explotación responsable con frecuencia se reduce a una expresión académica para adornar informes empresariales y adormecer conciencias. Hay que abrir los ojos no solo ante las dolorosas realidades de hoy sino también frente a las consecuencias que sufrirán los pueblos cuando la producción decline y los recursos naturales se agoten.
Tal parece que el Chocó solo existiera para apoyos coyunturales mientras llega la
próxima tragedia. No. No somos un depósito de votos que se nos mendigan solo cuando hay procesos electorales. Tampoco somos una despensa de recursos naturales a disposición de otros. Pedimos respeto de una institucionalidad nacional
mezquina, hipócrita, corrupta y con frecuencia racista: También lo demandamos de la voraz fauna política chocoana. Somos ciudadanos colombianos de pleno derecho. No necesitamos caridad. Todo lo que exigimos es un lugar en la dignidad.
Bien lo profetizó el maestro Miguel Vicente Garrido en su viaje musical:
“Viendo tus caminos tan olvidados Chocó querido, lo que tú has sufrido sin tu destino poder cambiar”. Mejor no se puede describir la cotidianidad chocoana, “siempre suspirando, siempre esperando con gran sufrir”.
Pero también dijo el maestro: “La resignación de tu corazón se agotará y el día llegará de tu redención”. Esa es la parte de la profecía que los chocoanos tenemos la responsabilidad de hacer realidad.
Desde la rabia contenida, desde el dolor lacerante de tantas tragedias evitables,
demos un abrazo solidario a las familias y al pueblo chocoano en general. Nuestro
futuro lo decidimos y construimos nosotros.

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