
Las bondades de la telegrafía, que tuvo trascendentales repercusiones en la cultura y sobre todo en la economía, tuvo sus malquerientes en algunos sectores de la comunidad, sobre todo en el interior del país, que consideraban inimaginable que por conducto de un cable se pudiera establecer una comunicación; que por tanto eso era obra del diablo y procedieron a derribar los postes y cortar los cables en algunas poblaciones.
Lo anterior motivó a que el gobierno nacional procediera a reunirse con los altos jerarcas de la iglesia, a efectos que esto impartieran instrucciones a los sacerdotes de los pueblos, para a través de los púlpitos, convencieran a los feligreses sobre la necesidad de parar los actos vandálicos en contra de cables y postes del telégrafo.
Asimismo, el gobierno nacional apeló a los maestros, en especial a los del área rural, para que convocaran a reuniones de padres de familia a fin de instruirlos sobre las bondades de la telegrafía, e instarlos a cuidar antes que frenar los avances de la civilización.
Vale anotar que los telegrafistas en el ejercicio de sus funciones, debían llevar dos libros de registros de los mensajes; uno en el que anotaban con fecha y hora, los mensajes transmitidos y el otro con la misma anotación de los mensajes recibidos. Quizás por manejar información privilegiada de la comunidad, los telegrafistas gozaban de cierto prestigio y respeto en la comunidad, tanto como el cura del pueblo, el alcalde, el director de la escuela y el comandante del puesto de policía.

De otra parte y en relación con la llegada del telégrafo al Chocó, se puede acotar, que presentó múltiples dificultades como cualquiera otro asomo al progreso debido a su tupida selva, tal como lo reportó en un informe Don Delfino Días Ruiz (1898-1902) sobre la Guerra de los Mil Días, así “La carencia de medios de comunicación, siempre fue una de las causas del atraso del Chocó, carecíamos los Chocoanos de oficinas telegráficas y apenas contábamos para comunicarnos con el interior de la república, con un mal camino de herradura que partía de Quibdó e iba a Bolívar -Antioquia – pasando por la población conservadora del Carmen (Chocó) situada en el límite con el departamento. Con otras provincias del antiguo Cauca- el Cauca grande- existían vías de comunicación primitivas que terminaban en Tadó, Nóvita y Sipí ”
Dicho aislamiento por las deficiencias en la intercomunicación entre las regiones del Estado del Cauca, en lo que al Chocó competía, la llegada de las noticias, eran en extremo tardías, inclusive con varios años de retraso, como ocurrió con el estallido social en Bogotá, por causa del florero de Llorente el 20 de julio de 1810, de lo cual se supo por boca de Fray José Tolledo, cuando llegó al Chocó huyendo de la persecución de Juan Sámano en 1813.
En 1890, en una circulación del periódico “Ecos del Chocó” de agosto 30, da cuenta de la celebración del contrato a cargo de la Gobernación del Cauca, que instalaría la línea telegráfica entre Quibdó y Jericó-Antioquia, también hay evidencia de un mensaje remitido desde Riosucio a Cali el 25 de mayo de 1821 y otro desde Tadó a Cartago el 8 de junio del mismo año; también se tiene como evidencia, un informe presentado al Gobierno Nacional en 1907, por el primer intendente que tuvo el Chocó, el General Caucano Enrique Palacios Medina, en el que hace referencia de su llegada a Quibdó, donde encontró funcionando muy bien el telégrafo y hace alusión a la línea Istmina-Tadó-Condoto.
No menos importante es destacar que en el Chocó, la transición del sistema de transmisión telegráfica de Samuel Morse, a la inalámbrica de Guillermo Marconi, vale decir sin cables, se inaugura en Quibdó el 4 de diciembre de 1930, con edificación, aparatos y toda la logística requerida debidamente instalados. Dichas instalaciones fueron denominadas por la comunidad como “El Inalámbrico” que en su época se consideraba extremadamente lejos del centro de Quibdó; posteriormente se convirtió en el Club de los empleados de Telecóm y hoy día es la residencia de la Dra. Melania Valois Lozano, al costado donde funciona el Comando del Distrito de Policía Quibdó, en frente a la vía que conduce al Aeropuerto Álvaro Rey Zúñiga, más conocido como “El Caraño”.
Curiosidades del telegrama y el marconigrama.
El punto en clave morse se diferenciaba de la Raya, en que el primero, se representaba con un sonido breve casi con duración de un segundo y la raya tenía un sonido más prolongado, con una duración mayor; de tal suerte que si el funcionario trasmisor o manipulador no era cuidadoso en los tiempos de los puntos y las rayas, el mensaje llegaba errado y no era extraño que el funcionario receptor o sonante, le replicara al trasmisor en clave morse con un “hp” o con otro adjetivo calificativo de alto calibre. En cierta ocasión le enviaron un mensaje desde Nuquí a Quibdó, a Céfora Mena Palacios (La seño Poita”) y el telegrafista de Nuquí en lugar de Céfora escribió Víbora
Es pertinente recordar que el valor de los mensajes, dependía del número de palabras y que los números como los signos de puntuación, se cobraban con el mismo valor

de una palabra; por eso no se acostumbraba a poner la coma ni paréntesis y excepcionalmente se usaba el punto. Los altos funcionarios del Estado y los parlamentarios tenían franquicia para enviar mensajes sin ningún costo, independiente del número de palabras del texto.
Por lo anterior, los usuarios del servicio telegráfico se vieron abocados a juntar dos palabras en una, lo cual era válido, pero en la medida que no se excediera de siete letras, si se pasaba de ese tope le cobraban dos palabras. El ingenio en la redacción de los mensajes, fue especial y a manera de ejemplo me permito citar unos cuantos:
Enviado desde Bagadó a Quibdó, por la señora Columna Lemos a su hijo Hugo Lemos. » Hugo Lemos hijo mío salí carretera Yuto correo llévate giro sin más tu mamá Columna”
Enviado desde Nuquí a Quibdó, por Libardo Hinestroza a Américo Murillo Copete
“Envieme urgente queso bueno Epifanio”
Enviado desde Quibdó a Bogotá, por Rafael Ayala Gómez a su cuñado el Dr. Demetrio Valdés Ortiz.
“Rumorase mi traslado o destitución ruégote meterla toda Rayala”
Enviado por Mario Agudelo Urrego (Frijolito) a sus padres en el Carmen de Atrato.
“Profesores amañadisimos conmigo pidenme repita curso”
Enviado desde Bogotá a Quibdó, por Francisco Cañadas (Fraca) a su padre Raúl Cañadas (Raca)
“Raca envíeme chaleco quedose allá saludos Fraca”
Respuesta al mensaje de Fraca.
“Fraca chaleco no estaca estalla Raca”
Enviado por Manuel De Diego a Bogotá a su hijo Eladio De Diego Raga (Elder)
“Elder Higinio muerto sufrimiento continuo entierro cementerio Manuel”
Telegrafistas en el Chocó.
El componente humano en el sistema de la transmisión telegráfica, por supuesto que fue fundamental y por eso es del caso mencionar algunos nombres que hicieron posible la comunicación entre los pueblos y estar al tanto de la modernidad y entre esos pioneros figuró una parte de la Familia Trujillo Cossio, procedentes de Urrao-Antioquia, como Luis Trujillo, que trabajó en el Carmen de Atrato, donde además se desempeñó como alcalde, Marcelino que trabajó en Cantugadó en cercanías de Tutunendo, Gabriel lo hizo en Quibdó y Jesús María (Tuto) en Quibdó y además se desempeñó como jefe de Telégrafos.
También trabajó en Quibdó como telegrafista, Rafael Ayala Gómez. en Istmina, Cristóbal García y Rafael Ayala Gómez, en Andagoya Flora RenterÍa Mosquera y Mario Machado, En Condoto, Idelisa Mosquera de Moreno, Miguelina Mosquera de Perea, en Cértegui Alfonso Bechara Hernández y Emérito Cuesta, en Pizarro Gentil Córdoba Abadía, éste, también trabajó en los buques de la Flota Mercante Gran Colombiana, en Nuquí Antonio Murillo y Luis Mena, en Bahía Solano Froilán Muñoz, Alberto Hurtado Medina, en Juradó Alberto Hurtado Medina y el “Pastuso” Gómez, en Bagadó Mercedes Andrade y Flora Rentería Mosquera, en Yuto Orlando Arias Lemos, en Bellavista Januario Lozano Rivas, en Riosucio Ezequiel Vaca Baldrich, Heriberto Guerrero Viera, en Acandí Luis Vicente Perea.