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Fabiola Torres: Un ícono invaluable del Alabao. Por: Luis Carlos Buenaños Velásquez *» Charlie Ok»

El Legado

«Aunque el mundo está lleno de sufrimiento,

también está lleno de superación».

HELEN KELLER

Fabiola Torres de Moreno, es una cantaora carismática, de sonrisa larga, ojos brillantes como estrellas que revelan caminos con su luz natural y algunas arrugas que se asoman en su piel, algo tímidas, pues, su energía y vitalidad opacan los 81 años de vida que cargan su documento de identidad, pero que no se evidencian en su cuerpo. Nació en Pacurita, corregimiento del municipio de Quibdó y es considerada un referente indiscutible, en la destreza de cantar Alabaos en el departamento del Chocó. Lo heredó de su madre, Cresencia Torres de Moreno y anhela, dejarle el legado a sus nietos.

Es una de las más relevantes cantaoras de Alabaos, ella define esta manifestación artística, como “cantos rituales, que le dejaron sus ancestros los cuales  se le cantan a los fallecidos en los velorios y novenas”. Cuando muere un niño, se le hace la ceremonia con mucha alegría, porque en su comunidad, se cree que van directo al cielo. A estos cantos, se les conoce con el nombre de Chigualos, pero en otras partes también se les llama Romances.

Nuestra cantaora nació en el corregimiento Pacurita, en el hogar formado por Vicente Torres Cabrera y Cresencia  Moreno de Torres, el 1de septiembre de 1940.

Y es que nuestra protagonista desde muy pequeña tuvo ese acercamiento con el Alabao, pues este arte se lo enseñó su difunta madre Cresencia Moreno de Torres a la edad de 6 años, cuando ésta la llevaba a los velorios a escucharla cantar, la ponía en su hombro, para que se aprendiera las sonoridades.

Aprendía los Alabaos escuchando y a su mamá le decían que no la dejara cantar porque la podían a “ojear” pero ella siempre le permitió aprender y cantar los cantos ancestrales a nuestra Fabiola.

 Santo Dios Divino y Trino.

Fabiola Torres, desde muy pequeña, acompañaba a su madre a cada velorio que iba, con grandes deseos de escuchar esas majestuosas sonoridades, que más allá, de tocar sus tímpanos con las ondas, traspasaban el alma, hasta llevar su ser a su estado más puro, a un universo espiritual, en donde existe esa conexión con el mundo de los difuntos.

El “Santo Dios divino y trino” es uno de los cantos rituales más importantes para nuestra artista y que además tiene un valor muy significativo para su vida, pues fue el primero que le aprendió a su madre.

Santo Dios Divino y Trino

Santo Dios divino y trino

Santo Dios, divino y santo (Bis)

Los ángeles van en coro

Van cantando santo santo (Bis)

Gloria al padre y gloria al hijo

Gloria al espíritu santo (Bis)            Anónimo

Nuestra Fabiola aprendió este canto, escuchando y repitiendo lo que su madre expresaba, de esta forma fue ampliando su repertorio y enamorándose cada día más de este arte sublime.

Su madre, se ganaba la vida como costurera, y por medio de este oficio obtenía el sustento para la familia. Era cabeza de hogar, pues el padre, por cosas del destino, ya no se encontraba con ellas, al decidir tomar otros rumbos junto a otra familia.  

Doña Cresencia, amaba mucho a su hija, quizá por ser dentro de todos sus hijos, la única mujer. Fabiola, cuenta que su madre un día le dijo “Mija, con esa voz tan bonita que tú tienes, debes llegar donde yo no pude”  y sin duda,  gracias a los Alabaos ha logrado estar en muchos escenarios en todo el territorio nacional.

 Tristeza Madrugadora

– Doña Fabiola, ¿Qué tal fue su infancia?

– Ay mijo, esa infancia mía, realmente fue muy triste.

– ¿Por qué la considera triste?

 -Ay, porque mi mamá me dejó antes de cumplir los 8 años, ella murió un abril  del 48, y yo cumplía en septiembre. Mi mamá sufría siempre de un dolor en el estómago. Póngale cuidao, la llevaban de Pacurita donde vivíamos, hacia Quibdó. En ese tiempo el medico de fama fama, era el doctor Julio Figueroa Villa, La llevaban a la carrera, en ese tiempo que todo era por agua, todo era por el rio, a toda palanca, porque no había motores. Cuando llegaban a Quibdó donde el médico Julio, y buscaban a meterla a cirugía, ya disque no tenía nada.

– ¿No era eso algo muy raro?

– Si mijo, decían que era “cosa hecha” (refiriéndose a algún maleficio o brujería) porque mi mamá trabajaba en la mina, y le regalaron un pedazo de envuelto, desde ahí para allá fue ese dolor de estómago y eso la mató.

– ¿Qué es lo que más recuerda de esos momentos?

– Póngale cuidao  que la madre hasta en la hora de morir, le duele dejar a los hijos. Cuando estaba agonizando me llamó a mí y a mis dos hermanos, entonces nos dio un gran abrazo que recuerdo hasta hoy. Luego me pidió agua, pero ella tenía la particularidad que no tomaba agua de lluvia, sino del rio. En ese tiempo, el rio era sano, era cristalino, no tenía nada de contaminación, entonces yo me fui al puerto oficial a buscar el agua, pero una señora muy avispada que se llamaba Benigna Cossio, subió con el agua primero que yo, de modo que cuando subí con el agua, mi madre ya había fallecido. La tristeza llegó a mi vida muy temprano, yo nunca jugué con una muñeca, no tenía las condiciones, por eso cuando tuve a mis hijas les compraba sus muñecas porque yo nunca pude tenerlas.

  Oscuridad separadora

Doña Fabiola, ¿Qué pasó con usted y sus hermanos y luego de perder a su madre?

– Luego de la trágica muerte de mi querida madre, nos cogió mi abuela Mercedes Moreno Becerra, ella era poseedora de varios terrenos por allá en un barrio llamado Cabí, nos refugió a mis dos hermanos y a mí, se desvivía por nosotros y era muy atenta. No aceptaba nada con nosotros.

– ¿Los consentía mucho?

– Ay sí, nos consentía mucho, porque mi mamá fue única mujer entre cinco varones, y yo también fue única de mi mamá, entonces sentía gran responsabilidad por nosotros sus nietos. Lastimosamente vino a resultar, que después de dos años de haberse hecho cargo de nosotros, mi abuela recibió un fuerte golpe en el ojo izquierdo mientras trabajaba en la mina, y quedó completamente ciega. Fue una noticia devastadora, pues sabíamos que debido a eso, ya no podría hacerse cargo de nosotros.

– ¿Y entonces, que sucedió?

– Dijo una prima hermana de mi mamá, que ella me cogía a mí, pero me sentía muy mal, pues se quedaba mi hermanito menor a la deriva, porque yo era quien lo cuidaba. Luego me sentí más tranquila ya que me di cuenta que mis dos hermanos se quedaron donde mi tío Ciprian Gamboa, hermano de mi papá. Usted me ve aquí ahora, pero yo pasé mucho trabajo en la vida, nosotros vivimos bien, hasta que mi abuela perdió la vista.

  Ángel de la Guarda

– ¿Cómo le fue, después de lo de su abuela?

– Yo me fui a vivir con la prima hermana de mi mamá, y le cuidaba el hijo, pero el niño era muy llorón. Yo era cárguelo que cárguelo y él llore que llore, entonces, en lugar que llorara encima de mí, lo bajé y lo dejé que llorara en su suelo, por desgracia, la abuela, me vio y pensó que yo le había pegado.

Llena de ira, cortó una rama de pichindé, y se hizo la señora a darme rejo con esa rama, yo solo decía que si mi madre estuviera viva, no estaría pasando esos trabajos.

Eso como que la llenó más de rabia, me llevó al rio, y me montó el pie en el cuello debajo del agua, yo veía cocuyos. Dicen que toda persona tiene su ángel de la guarda, y el mío fue mi tío, el finado Florencio Moreno, quien venía bajando en ese momento en una canoa de plátano y alcanzó a ver mis piecitos chapusiando en el agua.

 De forma muy rápida, se bajó de la canoa, empujó a la señora y me sacó del agua, le repito que yo ya veía cocuyos, además que botaba agua por boca y nariz. En ese instante él me dijo que fuera por mis cosas, que me llevaría de regreso a donde mi abuela.

-Entonces, ¿Usted cree que la señora quería asesinarla?

– Ombe, si ese señor no baja en esa canoa, ella me ahoga, porque abajito de ahí, había un charco, allá me habían cogido, diciendo que me había ahogado. Ahí juré que no me  separaría de mi abuela por nada.

  Luis Carlos Buenaños y Fabiola Torres.

Fotografía: Wendy Valencia

Luz en la oscuridad

– ¿Cómo fue el regreso con su abuela?

– Póngale cuidao, cuando regresé, para mi sorpresa, mi abuela ya había adquirido habilidades para sobrevivir en su invidencia, como ella tenía su finca, pero no podía ver, tomaba los primitivos y los pulsiaba.

– ¿Los pulsiaba?

 -Sí, Es decir, los alzaba y con el peso que tuvieran, calculaba su valor para venderlos. Imagínese que ella con el tacto, como fue modista, me cocía ropa a mí, e incluso también a otras personas con la intención de generar ingresos. Por esa razón, inclusive hubo un rumor en el pueblo, que ella si veía, y que solo fingía no hacerlo, pero ella no podía, solo que por su inteligencia y habilidad lograba hacer muchas cosas. 

Me sentí nuevamente en el calor del hogar con mi abuela, y así viví por mucho tiempo, yo aprendí a luchar la vida, aunque no fue nada fácil, nos cuidábamos mutuamente, fue un tiempo mejor.

-Y con todos sus líos, ¿si le quedaba espacio para el canto?

-Póngale cuidao, yo siento que tenía mucha inteligencia, porque yo iba a los velorios a escuchar a esas señoras cantar, y cuando ellas terminaban, ya yo me les había aprendido los Alabaos, los que me gustaban pues. En mis tiempos libres, cada que podía cantaba, porque yo después del problema del rio con la señora llegué a Pacurita a estudiar. Yo cortaba mi comida en el molino, me preparaba mis propios alimentos, y en una champa, me iba sola a las 6:00 A.M  a la escuela. Siempre llegaba justo a tiempo, cuando tocaban las campanas para entrar a clases.

Resulta que como las profesoras me escuchaban cantando, decían que yo tenía voz excelente. Para la época de vacaciones, que era el 20 de julio, las mejores comedias cantadas, me las daban a mí, para que las interpretara, para ese tiempo yo ya tenía 16 años.

-¿Y cómo le fue en el amor?

-Mire pues, casualmente en uno de esos eventos, un joven quien era policía, me oyó cantando, y quedó enamorado de mí.

 Tal caso, que le dijo a mi abuela, que se quería casar conmigo. Eso, siento que fue gratificante para ella, porque siempre decía que hasta que no me casara, no quería morir. Él le caía bien a mi abuela, pues, era muy atento y se portaba bien con nosotras.

Él era muy apetecido en el pueblo. En ese tiempo a los policías los buscaban mucho las muchachas, y él tenía muchas pretendientes, de esa situación, mi abuela escribió un verso.

Cuando voy en mi potrico

Procuro a no hacer mucha ola

Porque yo sé que están bravos

Por el matrimonio de Fabiola.                    Mercedes Moreno Becerra

Herencia

A sus 17 años, Fabiola Torres se casó con el señor Miguel moreno Mena (Q.E.P.D), de cuya unión nacieron 7 hijos. Ama profundamente a su familia y siente un amor especial por su nieta Lida Yuliana Parra, la única nieta que heredó el arte de cantar Alabaos. “Lida es abogada, mi representante legal y heredera cultural. Cuando le conocí su voz, ahí mismo le comenté que sería mi heredera musical, a los 8 años le enseñé el Santo Dios Divino y Trino, y escogí esa canción porque fue la primera que me enseñó mi mamá” y con mucha dedicación Fabiola fue instruyendo poco a poco a su nieta en estos cantos ancestrales, que dice que lida  tuvo gran acogida en su primera presentación en su colegio Manuel Cañizales de Quibdó “cuando oyeron cantar a esa niña vinieron periodistas de Medellín a entrevistarla y ahí si esas maestras no sabían dónde ponerla” Lida por su parte expresa su gran admiración y respeto por esa mujer que le enseñó a entonar esas sublimes melodías “ Me siento orgullosa de mi abuela, ella aparte de ser un referente cultural, es una figura que me representa y me siento agradecido por haberme enseñado lo que nuestros ancestros nos han dejado, tiene mucho valor, es una joya valiosa, aunque aquí en nuestro territorio no la valoren”.

Su primera directora folclórica fue la profesora Ninoska Salamandra, con ella bailó en el grupo de Danza de la Universidad  Tecnología del Chocó y con ella viajó a la ciudad de Cartagena acompañando a la candidata al Reinado Nacional de la Belleza en ese entonces  la señorita Sixta Tulia Erazo Hurtado.

Son muchos los escenarios donde ha participado nuestra Fabiola, dentro de los cuales está la Conferencia Episcopal de Colombia, Encuentro Nacional Pastoral, Movilización Nacional de Mujeres, Encuentro Regional CREA en el año de 1994 en la ciudad de Popayán y es en este evento donde Fabiola vivió una particular anécdota “A mí nunca me había dolido una muela y ese día fue que pasó. Me tomé dos tragos y dije: “se emborracha la muela o lo hago yo” recuerdo que se me hinchó mucho un lado del cachete, de modo que cuando se me acercaban las cámaras, yo disimulaba y me movía para que no me vieran con la cara desconfigurada. El caso es que con nervios y todo, logramos pasar a la final, que se disputaría en la ciudad de Bogotá, en donde fuimos vencedores y como premio, tuvimos la fortuna de cantar en el Palacio de Nariño, para el entonces Presidente de Colombia, Ernesto Samper Pizano.”

A Fabiola le han tocado momentos duros, tan difíciles que le ha tocado ver partir de este mundo a grandes amigos e incluso cantarles en sus velorios, como despedida “me ha tocado cantarle a amigos que estimé muchísimo. Les he cantado con toda el alma, por ejemplo a Tiberio Cuesta, quien era de Pacurita, mi pueblo natal, se me quebrantó la voz y me tocó hacer la interpretación llorando, fue muy difícil para mí. “señaló Fabiola en una entrevista que le realicé en su residencia. Siempre con una sonrisa en el rostro y su lucidez que la caracteriza habla sobre sus grandes anhelos. Su gran sueño es  formar una escuela de Alabao, para que las nuevas generaciones, no pierdan la ancestralidad, y enmarca que existe un gran reto para que los jóvenes se interesen en estos cantos y empiecen a practicarlos “Mire, en Pacurita, mi tierra de nacimiento, si hay unos jóvenes que no les ha dado pena instruirse. Son muy atentos, ellos cuando nos ven cantando, sacan su celular para grabarnos y poder practicar. De hecho, ya hay algunos que lo hacen muy bien, sin embargo, a la mayoría de los adolescentes les da vergüenza y a mí me duele mucho que ellos no quieran heredar esta tradición tan valiosa.

Una gran mujer, quien no teme hablar de temas complejos como la muerte, quizá porque siempre ha estado en un contexto, donde este factor se relaciona con su arte e incluso ya da directrices de como seria su despedida para cuando Dios la llame a rendir cuentas “Oiga pues, a mi familia le he dicho, que cuando yo muera, quiero que mi velorio sea con música; una parte con los cantadores de Alabao  y otra tanda de pura Chirimía (formato musical tradicional del Chocó) que debe ir tocada, en el recorrido hacia el cementerio de Pacurita. Esos son mis deseos, porque yo le he brindado muchas emociones a la gente con mis melodías, por tal razón, quiero que ese momento sea de esa forma. A mi nieta Lida Parra Moreno, a quien le he enseñado este arte, le digo que si quiere llorar que lo haga, pero que sea quien comande, en el grupo de cantadoras en mi ceremonia.” Comentó Fabiola con voz firme.    

Doña Fabiola, nos cuenta que tiene un alto grado de preocupación, porque estos cantos tan representativos de la comunidad chocoana, se han ido olvidando y que de continuar de este modo, llegará el momento en que se pierdan para siempre. Con gran nostalgia, le deja un mensaje a la juventud, para que se apropien de esta herencia musical, pues considera, que fue el “regalo más valioso que nos dejaron nuestros ancestros”. Fabiola torres es sin duda un icono invaluable del Alabao.

  • Estudiante V semestre de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad Tecnológica del Chocó
Video de Gonzalo Diaz Cañadas

En octubre de 2016 por iniciativa de la Coordinación de Cultura del municipio de Quibdó, el Ministerio de Cultura se le otorga “reconocimiento a la dedicación del enriquecimiento de la cultura ancestral de las comunidades Negras, Raizales, Palenqueras y Afrocolombianas” – “Decenio de la Afrocolombianidad” , a FABIOLA TORRES DE MORENO. Quien le ha dedicado toda una vida al rescate de las tradiciones y valores propios de las comunidades Afrocolombianas a través de los Alabaos y Gualies”. Es así, ella solicitó que el homenaje que le fueran a hacer se realizara en su tierra natal “Pacurita“, así se cumplieron sus deseos. El domingo 30 de octubre fue día cívico en Pacurita, para acompañar a Fabiola Torres de Moreno quien en una magistral intervención dijo que » había sido minera, partera e hija única y que si en Pacurita nacía otra cantadora de alabaos no se criaba“

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