Como salubrista y desde una preocupación sanitaria por la salud de las comunidades étnicas, así como desde una perspectiva educativa, me permito hacer un llamado a la acción en aras de fomentar estrategias que propendan a la visibilidad y fortalecimiento de la Atención Primaria en Salud (APS). La APS ha tenido diferentes definiciones a lo largo de los años (porque los procesos en salud no son lineales) Según la Organización Panamericana de la Salud: “La APS es un enfoque de la salud que incluye a toda la sociedad y que tiene por objeto garantizar el mayor nivel posible de salud y bienestar y su distribución equitativa mediante la atención centrada en las necesidades de la gente tan pronto como sea posible a lo largo del proceso continuo que va desde la promoción de la salud y la prevención de enfermedades hasta el tratamiento, la rehabilitación, y los cuidados paliativos, y tan próximo como sea posible del entorno cotidiano de las personas”. OMS y UNICEF. A visión for primary health care in the 21st century: Towards UHC and the SDGs.
Se requiere que el estado en todos sus niveles, enmarque la importancia de tomar medidas más allá de la infraestructura o del hospitalocentrismo, pues el enfoque
de la APS incluye a toda la sociedad en todos sus procesos de vida; su distribución es equitativa y es fundamental para que los sistemas de salud sean más dinámicos. En el caso del departamento del Chocó, es desde el territorio donde se conocen realmente las necesidades, donde se entiende el proceso de salud y enfermedad, necesario para responder a los nuevos desafíos y demandas sanitarias y fortalecer la fragmentación del sistema. Es importante mencionar que, no todas las condiciones de salud son una necesidad, es decir, que se les puede brindar un manejo desde la promoción y prevención, y esto se logra cuando las comunidades conocen su contexto (salud-enfermedad), sus determinantes sociales, su perfil epidemiológico y el comportamiento del mismo, entonces la respuesta será diferente. ¿Diferente en qué aspecto? Pues, al hacer uso de los atributos que componen su capital social, se iniciarán a realizar acciones de autogestión que mitigarían el impacto de los diversos eventos de interés en salud pública en nuestro territorio. ¿Cómo se logra todo esto? se lograría desde un abordaje educativo, pues es la clave para impactar de forma positiva en la calidad
de vida de los individuos.
Comprender que un sistema de salud es un vehículo para la respuesta social organizada a los problemas que nos afectan es comprender que la población no solo es beneficiaria de los sistemas; es también consumidora y financiadora. Es necesario saber que la ineficiencia y la desigualdad del sistema se reflejan en la segmentación de los grupos poblacionales, en la fragmentación de la prestación de los servicios. Tenemos un sistema permeado por EPS y demás entidades que
hoy nos dicen que la cobertura en salud para la población colombiana está casi en un 100%, ¿será que ese gran porcentaje de individuos asegurados tienen
acceso a los servicios de salud en su nivel más básico?, la respuesta es NO, porque la cobertura no garantiza la atención, un claro ejemplo son las poblaciones
rurales y dispersas de nuestro departamento, no acceden en su mayoría a los servicios de salud, no porque no deseen o no estén asegurados, es que no
cuentan con centros de salud cercanos o cualificados que brinden atención primaria en salud, y los servicios de salud existentes no priorizan entre sus
actividades, la educación y promoción. Otro factor es la presencia y el accionar de actores armados que generan situaciones como el desplazamiento o
confinamiento de familias o comunidades enteras, la desintegración de las redes sociales y culturales, el debilitamiento de los mecanismos de protección y de
sistemas como la salud y la educación, estos son solo algunos de los factores que aumentan la vulnerabilidad de estos pueblos y que limitan gravemente el ejercicio
de sus derechos. Las inequidades y brechas en salud son tangibles, el índice relativo de concentración para estas comunidades es negativo, es decir, se
concentra en las personas más desfavorecidas y la disparidad en la distribución de la salud es más sentida.
Con lo anterior, quiero que se comprenda que no cuestiono el hospitalocentrismo, ya que es una necesidad vital para fortalecer el sistema sanitario en todo el
territorio y, específicamente, en un territorio como el departamento del Chocó, en cuanto a sus niveles de complejidad se refiere (infraestructura, insumos y
tecnología de punta). Mi manifiesto va más allá, y es que de nada servirá todo el ladrillo, tecnología de punta y demás si no se fortalece esa vigilancia en salud
comunitaria desde el territorio, si no se educa a la población sobre los problemas de salud que nos aquejan. De nada sirve sacar a un niño con desnutrición crónica
o enfermedad respiratoria aguda (como la tosferina) de municipios como Medio y Alto Baudó, Bahía Solano o litoral del san Juan, o un adulto con dengue o
malaria complicada de municipios que mantienen en alertas constantes por brotes y que representan la mayor notificación al sistema de vigilancia en salud
pública, como lo son los municipios de (Bajo Baudó, Istmina, Acandí, Certegui, Nuquí, Río Iró, Sipí y Quibdó.) territorios vulnerables y de difícil acceso, entonces,
la pregunta puntual es: ¿Cuál sería el objetivo de remitirlos a un hospital de segundo o tercer nivel, si al terminar de tratarlos siempre terminarán regresando a las condiciones que los enfermó en primera instancia?
Conocer el departamento del Chocó y las dinámicas de sus microterritorios es lo que permitirá deconstruir el concepto de APS como un modelo de atención en
salud territorial general y aterrizarlo a lo que realmente necesitamos, y es brindar el mayor bienestar posible a estas comunidades, conocer sus necesidades desde una mirada preventiva y no meramente desde la enfermedad. Un claro ejemplo de fortalecimiento sanitario es la reforma a la salud puesta en marcha, no es nada
que se haya inventado, pero sí reconoce la necesidad imperante de garantizar una atención en salud cercana a la población, sin barreras de acceso y sin discriminación, donde se cuide y responda de manera integral y efectiva a las necesidades de salud en el lugar que sea necesario.
Deconstruir la APS es el primer paso para entender que las necesidades de las comunidades son diversas (según sus entornos sociales); que sus dinámicas, contextos y cosmovisión no son lineales y que, por supuesto, sus posibilidades son proporcionales a su capital social. Brindar las herramientas a las comunidades
es un derecho; esto permite potenciar sus habilidades, tomar decisiones informadas y voluntarias que coadyuven a elegir siempre desde el conocimiento y
desde su cosmovisión (salud-enfermedad). La educación siempre será la respuesta al problema.
Finalmente, me permito decir que los “problemas en nuestro territorio forman parte del proceso de transformación, pero cambiar el enfoque nos abrirá los
caminos a grandes posibilidades”.
- Lyanne Arletty Becerra Martinez
Enfermera,
Esp. Administración en Salud Publica, UNAL,
Maestrante en Gobierno, Políticas Publicas y Desarrollo Territorial
Docente Universitaria, Escuela Ciencias de la Salud, UNAD