En prospectiva los pueblos de la costa pacífica chocoana deben de prepararse para la llegada cada vez más seguida de cruceros turísticos.
Aprovechando que muchas partes del mundo, incluidos nosotros como país que estamos consagrados al “Corazón de Jesús”, nos encontramos en “Tiempos de Pascua (40 días después de la Ascensión (el ascenso de Jesús al cielo))”, es pertinente el título de este escrito pues en plena Semana Santa escribí en este mismo medio sobre “#VACAPORLAVIAALMARCHOCÓ – EL CHOCÓ MERECE MÁS”: ¿y cómo creer?, ¿hay razón y motivo?, ¿hay confianza?, ¿hay esperanzas?”. En el mismo resaltaba que “me pareció de entrada una muy buena iniciativa que algún(os) chocoano(s) planteó(aran) por el “bien” de todos. Por lo que inmediatamente lo repliqué en mis redes sociales y como era de esperarse, algunos contactos comentaron, lastimosamente con su razón: “Acá no hacemos ni una ternera”, “Lastimosamente es la verdad”, “Negro no deja progresar a negro”, “Viejo, con el nivel de corrupción y la gran astucia para desaparecer los recursos públicos, imagínate estos magos con recursos que se recaudan voluntariamente” … Y lastimosamente, todos tienen razón. ¿Cómo creer en una “vaca”? No hay razón y motivo. No hay confianza. No solo es cuestión de fe, sino de hechos. Y parece que, a corto y mediano plazo, no habrá esperanzas de creer”.
Entonces, como dice el título de este texto: “¡Elí, Elí! ¿lama sabactani?” y “Pater in manus tuas commendo spiritum meum”, pues definitivamente, no nos queda otra esperanza de salvación regional o colectiva; porque como somos nosotros los chocoanos, la situación, lamentablemente, es individual. Como lo menciona mucha gente a cada rato: “como no puedo salvar el mundo, salvo mi mundo y listo”, “hay que pensar en su bienestar personal”. Pero otros, ¿más coherentes y con fines colectivos dicen que “mientras los Chocoanos pensemos en que prevalezca el interés individual por encima del colectivo, no tendremos avance”. Y algo que parece muy cierto porque no se puede negar que hay buenos chocoanos con ideas de unidad, pero es muchas ocasiones, no “les copio” mucho porque viven bien acomodados en grandes ciudades nacionales e internacionales, ya “resolvieron” sus problemas personales (individuales), una pensión y/o jubilación, un buen teléfono, y hablan bien acostados desde su mueble o cama y no “sufren” el acontecer a diario que padecemos en la región.
Sin duda alguna que suena demasiado egoísta lo individual, pero con el dolor en el alma, la mente y el corazón, es la realidad y ante ello, como en la canción “Me Rindo Majestad” de la leyenda vallenata Adolfo Pacheco, me surgió la pregunta si ¿La prospectiva individual es la carta de salvación en el Chocó? Pero, esto no se debe interpretar como algo mezquino, egocéntrico, como ese “CVY” o ese “voy por lo mío”; sino como una forma de vida, como ese escape que queda para lograr sobrevivir a nuestra idiosincrasia, a nuestra forma de ser, a nuestra pobre visión, a superar esos “seis patrones culturales que los chocoanos deben cambiar para convertir las riquezas naturales y potencialidades en fortalezas reales de su departamento” que publicó la profesora Victoria Blanquised Rivera de la Universidad Luis Amigó, de Medellín: “1) La cultura de lo mínimo, 2) La cultura del despilfarro, 3) La cultura de la mentalidad cortoplacista, 4) Cultura basada en la incredulidad, 5) Cultura de la actitud negativa frente a la vida, y 6) Cultura del poco apego a nuestras potencialidades”.
A lo que inmediatamente me acordé de mis primeros complementos académicos mientras estudiada Biología en la UTCH: el curso “”Introducción a la Prospectiva” aplicada a la gestión del Desarrollo Regional” que, a mediados de febrero de 1997, gracias a la organización de la vicerrectoría de investigaciones de la Universidad Tecnológica del Chocó y la Universidad del Valle, realicé y que como dice en la canción de G. Santa Rosa, “Quién diría” que después de tantos años me iba a servir mucho para proyectar mis intereses personales. Y también me acordé de mis clases de desarrollo (biológico, cognitivo, económico, humano, social sostenible e integral) que existe también el personal (“orientada a ofrecer a las personas herramientas de crecimiento personal”). Por eso me acordé del poema “Desiderata: Mantén el interés en tu propia carrera, por humilde que sea, ella es un verdadero tesoro en el fortuito cambiar de los tiempos”.
Y es que la prospectiva, que se puede aplicar a lo personal o lo individual, se define como “una solución a esa imperiosa necesidad de comprender nuestra realidad, pues es una disciplina que permite anticipar y pronosticar el futuro mediante el Análisis Prospectivo, y así tratar de influir en él en base a nuestros intereses”. Dicho análisis incluye preguntas básicas como: 1. ¿Dónde estoy?, 2. ¿De dónde vengo?, 3. ¿Hacia dónde voy?, 4. ¿Hacia dónde quiero ir?, 5. ¿Qué voy a hacer?, 6. ¿Cómo lo voy a hacer? y 7. ¿Cómo lo voy a evaluar?
Tomada de: https://es.slideshare.net/YuriSerbolov/las-7-preguntas-basicas
Entonces, después de querer buscar la colectividad, la unión en pro de un propósito de progreso regional y al ver su casi “imposible” logro, no nos queda otra que operar dentro o fuera de estas sociobiodiversas tierras y avanzar en el desarrollo personal. Porque si da mucha tristeza al leer muchas publicaciones locales, nacionales e internacionales que hablan de nuestras potencialidades y de nuestro pasado progreso: “Quibdó: sueño y realidad arquitectónica” del Banco de la República (Quibdó), “Quibdó cosmopolita” de Fernando Mora Meléndez y “Sirio-libaneses en el Chocó, cien años de presencia” L.F.G. Escobar, entre otras; que destacan el “período de prosperidad” y “auge”, hoy ni se asome ese desarrollo. De allí que el profesor Carlos Arturo Caicedo Licona en su libro “En torno al desarrollo del Chocó” resaltó aquellas épocas de amplia prosperidad económica: “me aterroriza que este pueblo vaya a perecer… sin que a nadie le importe…Cada chocoano que nace desarrolla un juicio recortado por el estrecho marco aldeano en que se desenvuelve y termina pensando que aquí no ha pasado nada, que nuestra sociedad ha sido siempre así… pero ya el Chocó vivió su apertura económica. Este pueblo estuvo comerciando protagónicamente en el río y el mar. Este pueblo ya fue internacionalista”. Y muy pocos hoy en día enseñan y se preocupan por saber eso y más por rescatarlo. Sobre lo anterior, el ingeniero Euripides Palacios, autor del libro “El Chocó no tiene problemas, la cosmovisión de su gente es el problema”. Por eso, la respuesta parece clara: La prospectiva individual si es la carta de salvación personal para muchos en el Chocó.