Rodeada del cariño de sus hijos y nietos, a sus 103 años de edad falleció en la ciudad de Bogotá la dama quibdoseña Eva Díaz Ferrer, viuda del médico cartagenero Lascario Barboza con quien tuvo una hermosa familia que integran sus hijos Fernando,Yudy,Viki,Poty,Carmiñia y Lascario, todos brillantes y exitosos profesionales radicados todos en la ciudad de Bogotá, quienes había decidido hace 10 años trasladarla de Quibdó donde vivió toda su vida hasta la capital para brindarles un mayor cuidado y cercanía.
Evita Díaz Ferrer nació en Quibdó en 18 de junio de 1921, fue hija de Jorge Enrique Díaz Ruiz y Camila Ferrer Castro, huérfana a temprana edad fue cuidada por sus tías.
Estudio en el Colegio de las hermanas de la Presentación. Viajaba con frecuencia a Cartagena a la casa de su Tía Cruz Díaz Ruiz de Durier, donde le ganó una competencia de Natación en El Laguito a la hija del Presidente de Panamá de la época apellido De la Guardia.
La historia vida y amor de ésta activa y lucida abuela es de un romanticismo propio del trópico y recorre un siglo en la vida de Quibdó. Se casó con el médico cartagenero Lascario Barboza Avendaño quien llegó y trabajó en el Chocó, donde por su don de gente se granjeó el respeto y admiración. Estando trabajando en el Chocó el Dr. Barboza estuvo en Brasil enviado por el Presidente Carlos Lleras a especializarse en Medicina Tropical, con 4 compañeros Jefes de Salud Departamental, de los cuales 2 llegaron a Ministros de Salud.
“Cuando mi papá llegó al Chocó, como Médico de la Chocó Pacífico, en La Vuelta, se bajó en el mejor Hotel de alto nivel que había en Quibdó, en la parte Alta de la casa del Tío Delfino Díaz, recomendado por Fernando Díaz, su gran amigo e hijo del Tío Belisario. Allí buscó a Judith Ferrer, que había sido su colega, cuando ambos, fueron enviados a Bogotá, por sus méritos, a ser Especializados por la Misión Kemmerer, del Gobierno Alemán, como Pedagogos. Ella como Rectora de la Normal de Istmina, y mi papá como Profesor de Anatomía del Colegio La Esperanza de Cartagena, enviado por su Rector el Doctor Irisarry. Conoció a mi mamá, en uno de los bailes que organizaba el tío Delfino, donde sólo podían ingresar los Invitados. La elite de la época, se reunía en el Hotel, para las ocasiones Importantes. Eran unas fiestas famosas”, nos narra con cierta nostalgia su hijo Fernando y biógrafo de la familia.
Y continúa narrando ” Mi padre, Lascario Barboza Avendaño, y mi Señora Madre Evita Díaz, continuaron con la tradición, hasta su regreso del Brasil, hasta su nombramiento como Jefe de la Oficina De Enfermedades Tropicales de la OMS, en Santiago de Chile cargo del cuál no pudo posesionarse, por su prematura muerte a los 44 años de edad”. El Departamento y el Ministerio de Salud, en reconocimiento y agradecimiento a su desinteresado servicio, en favor de los menos favorecidos, eliminando el Pian, y construyendo la primera red de Letrinas en el Departamento , amén de haberse entregado al ejercicio de la medicina, decidieron bautizar el Hospital Regional de Acandì, con su nombre.
Al quedar viuda a los 43 años, fue nombrada en el Servicio Seccional de Salud que ayudó a organizar su esposo, donde trabajó hasta su jubilación permaneciendo en Quibdó el resto de su vida hasta hace unos 10 años que fue trasladada hasta la fría Bogotá donde la añoranza por el calor del trópico y la ausencia de su gente la inspiro a recrear sus nostalgias que la devuelven a su infancia a través de la pintura.
Doña Evita Díaz Ferrer de Barboza con sus 103 años de edad, vivió en el Chocó toda su vida al lado de sus grandes amigas Yolanda Ferrer Figueroa esposa del también afamado médico Julio Figueroa Villa y la señorita Judith Ferrer quien se casó con el magisterio al cual consagro toda su vida, grandes matronas del Quibdó del siglo pasado.
Fallecida la seño Judith Ferrer y ante la soledad que las rondaba en Quibdó a estas centenarias damas, sus hijos Fernando, Yudy, Viki, Poty, Carmiña y Lascario, todos brillantes y exitosos profesionales radicados todos en la ciudad de Bogotá deciden trasladarlas hasta la capital para brindarles un mayor cuidado y cercanía.
Dedicó sus últimos años a pintar el Chocó de su infancia
A Evita la nostalgia y lejanía de su Chocó y Quibdó que llevaba en su corazón y en sus venas la invadió a tal punto que se refugió en sus últimos años a la pintura como una terapia contra el desarraigo y ha plasmado en muchas de ellas el paisaje selvático con sus culturas milenarias y el rio Atrato que fue siempre su vecino desde su vivienda en las carreras primera y tercera.
Animada por sus hijos que la llenaban de cariño y atenciones, desde su silla de ruedas ha pintado en los últimos años, lo que no había hecho durante toda su vida, logrando conformar una hermosa muestra de dibujos llenos de color, selva, lluvias y hasta santos.
Nunca estudio pintura, ni desarrollo una actividad artística como tal, pero como hobby le permite una conexión vital con el Chocó y sus gentes. Ese Chocó que añora y que duele a la distancia y al enterarse de la situación crítica que viven muchas de sus comunidades, se conmovió como muchos colombianos al ver la triste situación de abandono ancestral en especial de las comunidades indígenas, acentuada durante la pandemia del COVID-19 que pudo superar.
La abuela centenaria, sin mayor fortuna que su familia, hijos y nietos que indagados al ver la situación de las comunidades indígenas del Chocó a través de la tv nacional se les ocurrió la idea de donar sus pinturas, con valor simbólico o darlas en subasta para recolectar algunas ayudas que fueron enviadas hasta el Chocó. La iniciativa llego a oídos de algunos medios nacionales como Caracol Radio con su director Gustavo Gómez y Mabel Lara hicieron un amplio despliegue con la noticia que volvió viral, lo cual cotizó el trabajo artístico de esta noble anciana mujer chocoana que puso en una rifa por internet sus obras a un público del espíritu solidario y filantrópico de los colombianos.
La magnífica idea parte de donar los recursos a los Wauanan fue idea de su nieta Carlolyn Finck Barboza, hija de Yudy y Horst, y de su otra nieta Antonia Smetan Finck, residente en Alemania. Carlolyn era la Directora de Asuntos Internacionales de la U de los Andes. Todos ellos estuvieron muy entusiasmadas y comprometidos en sacar adelante esta cruzada desde el amor, el arte y la solidaridad uno de los valores más arraigados en toda la cultura multiétnica chocoana.
La noticia le dio la vuelta al mundo, la abuela chocoana de 100 años que donaba sus pinturas para ayudar a los indígenas el Chocó, la tierra de donde salió hace 10 años para nunca más volver.
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