UNA NUEVA ESPERANZA PARA Y POR EL CHOCÓ – La subregión de la Costa Pacífica, sus potencialidades y el liderazgo empresarial. Por: Yan Ramos

Como dicen muchas y pegajosas canciones que “en el mar la vida es más sabrosa”, entonces nosotros deberíamos estar sobrados, pues tenemos dos: el Pacífico y el Atlántico. El primero, conocido por nosotros como Costa Pacífica, es objeto del presente escrito. Sobre el segundo, conocido como el Darién, escribí hace poco. Sin embargo y a pesar de todo, Hansel Camacho en la canción “Lamento Chocoano” de la Orquesta Guayacán pregunta “¿De qué nos sirve tener… costas en los dos mares…, si nunca han redundado en beneficio del pueblo?”. Por ello, resaltaré las potencialidades y el liderazgo empresarial en la subregión de la Costa Pacífica como un inicio de respuesta a Hansel y una motivación a “cambiar la conciencia del pueblo chocoano como se necesita y se requiere para progresar en verdad, para adquirir dignidad, para adquirir plena conciencia de sus derechos, para no ser un departamento marginal, secundario, para que no le vuelva a dar vergüenza a ningún chocoano al decir que es de esta región», adaptando las palabras del caudillo L. C. Galán.

La Costa Pacífica chocona o “Pacífico Norte como le llaman algunos, está conformada por los municipios costeros de Juradó, Bahía Solano (Ciudad Mutis) y Nuquí. Se encuentra situado en el extremo occidental colombiano, bordeado por el océano Pacífico. “La principal actividad económica de sus pobladores es la agricultura, la pesca y rica en potencial turístico debido a la cercanía con el mar, pero presenta grandes dificultades de conectividad”. Actualmente, las únicas formas de llegar a ella, es por las vías aéreas (con los costos y dificultades que esto conlleva), fluvial (Puerto Meluk-Pizarro) o marina (desde Buenaventura o la hermana República de Panamá); pues está “separada” del resto del Chocó por la presencia de la Serranía del Baudó, una ancha y larga frontera que parece una “mole de “cemento vaciado o acero inoxidable”” que forma una barrera natural. Al punto que los nativos de esta subregión, llaman al resto de habitantes de este mismo departamento como “chocoanos”. Y a pesar de los innumerables “intentos” de construir la famosa e interminable Vía al Mar (Ánimas-Nuquí), no hay consenso entre sus habitantes y los del resto del Chocó; a diferencia de ambientalistas y ecologistas del interior del país, que sin titubear y sin pasar las penurias de la región, tajantemente se oponen a su construcción, porque, entre otras, dicen “se afectaría la fragilidad ambiental y se llevaría el caos social a la tranquila y lejana subregión”. Aunque creo que en la actualidad en la que estamos, en la era de la Inteligencia Artificial, con una cultura, tecnología, con más del 40% de profesionales formados en todos los niveles y áreas del conocimiento, condiciones técnicas y métodos más adecuados para la conservación y protección del ambiente, entre otras; veo eso difícil que pasara, hay métodos y estrategias. No es posible que no tengamos una vía al mar, siendo bañados por dos, y que mucha de nuestra gente, ni siquiera los conozca. No es posible no poder transitar por la región por faltas de vías aptas y la gente se muera por falta de atención urgente y los productos se dañen y no puedan ser comercializados. Y más complicado ahora, pienso, porque a buena hora “El Consejo Internacional de Coordinación del Programa sobre el Hombre y la Biosfera de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO, incluyó al área protegida Tribugá-Cupica-Baudó como nueva reserva de la biosfera”. El desarrollo y medio ambiente pueden estar de la mano, con y para la gente de la región. Es posible el aprovechamiento legal y sostenible de dichos recursos. Pero lo importante, siempre he dicho, que la propia gente de la Costa Pacífica sea quien finalmente decida lo que quieren y no lo decidamos los que estamos afuera.
Por lo anterior, en esta subregión de difícil andar y baja densidad poblacional (“7% del territorio y 4% de la población total del departamento”) también recomiendo que se establezca uno u otro lugar en estos municipios que hacen parte de las zonas prioritarias, pilotos de trabajo o zonas comunes de trabajo que he denominado como: Vía al Mar (Juradó, Bahía Solano, Nuquí). Para lo cual y teniendo en cuenta los ejercicios de la “UPRA”, la “Priorización de las alternativas productivas agropecuarias por la oferta agrícola del departamento del Chocó” y el “Plan Integral de Desarrollo Agropecuario y Rural con Enfoque Territorial 2021 (PIDARET)”, entre otras “alianzas, mesas de trabajos y proyectos” que ha realizado la Secretaría de Desarrollo Económico y Recursos Naturales de la Gobernación del Chocó y otras instituciones, han establecido que la “producción agrícola de esta subregión registró entre 2015-2019 más de 18.130 toneladas (4% del departamento),resaltándose productos como la pesca marina, el (eco)turismo, la gastronomía marino-costera, la agricultura (con énfasis en musáceas, yuca, ñame, maíz, caña, borojó, vainilla, etc.), porcicultura y cría de bovinos. Lo que hace que el municipio de Nuquí tenga más de 9.900 toneladas de producción agrícola, seguido por Juradó con 4.600 y Bahía Solano con 3.500; productos que, en términos generales, son de subsistencia y de consumo local, entre otras, por la falta de infraestructura de transporte que permita la comercialización de los mismo por fuera de la subregión; a excepción del pescado que, es transportado a altos costos a Quibdó, Medellín (por vía aérea) y Buenaventura (vía marítima). Hay que resaltar que anteriormente se comercializaba mucho plátano a este último lugar. Lo que nuevamente pone de manifiesto la necesidad de infraestructura vial que permita, además de unir la subregión y su gente con el resto del Chocó, comercializar sus productos agropecuarios. En este sentido, las potencialidades y el liderazgo empresarial más destacados en la zona pueden ser:

Pesca marina: Es de mucha práctica la pesca marina artesanal y comercialización de mariscos. Es un recurso casi ilimitado que tienen los habitantes de esta zona por la inmensidad del océano. Las especies son muy diversas y de gran tamaño. Se ha venido teniendo inconvenientes con los grandes barcos pesqueros industriales, que cada día sobrepasan las áreas establecidas. Por ello, deberíamos pensar también en volver esta práctica más industrial, que, de una vez por toda, toda la gente de esta subregión viva de él y que genere empleos. Néstor Perea Gamboa, técnico en alimentos, nos cuenta que “atún, merluza, cherna, bravo, pargo, buríque, champeta y Sierra son las especies más frecuente en captura”. Nuestro amigo y permanente colaborador, el experto en desarrollo regional Wilder Castillo, indica que “Se puede resaltar los avances en temas empresariales alrededor de este rubro productivo como lo desarrollado por empresas (pesqueras), así como grupos de mujeres transformadoras del recurso marino (hamburguesas, chorizos, pinchos, etc.), podemos resaltar la red de frio del Pacífico ubicada en Cuidad Mutis y que nació del empuje de algunos pescadores y comercializadores de productos marinos agrupados en cuatro organizaciones (Asociación Pez Bahía, Asociación Las Gaviotas, Asociación Maná y Asociación Sabor a Mar), proceso que fue apoyado y apalancado por muchas organizaciones de cooperación e institucionales como el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural a través del Proyecto “Apoyo a las Alianzas productivas (PAAP) mediante el cual se logró generar lazos fructíferos con empresas como Wok y Grupo Éxito que mediante acuerdos comerciales donde se garantiza la entrega de producto refrigerado, bien conservado, con excelente empaque y quienes tienen la fortuna de visitar sus instalaciones quedan con la agradable sensación de estar adquiriendo un producto de óptima calidad e inocuidad lo que ha permitidos que como lo expresan muchos pescadores “aseguran que lo mejor de trabajar con la Red es que ya no tienen que preocuparse por la comercialización del pescado y además, sienten que al vender con ellos, su labor de pesca artesanal es valorada y retribuida”, resaltándose que se ha podido demostrar que los recursos estatales sirven para dar impulso a la implementación de los emprendimiento pero es el tesón y empuje de las personas que logran posicionarlos y mantenerlos en el tiempo”.

El (eco)turismo: Es de las principales actividades comerciales de la subregión, sin embargo, la participación activa (propietarios) del nativo en ella es muy baja. Por lo que se notan algunos liderazgos empresariales que, sobre todo, tienen que ver con el alojamiento y alimentación. Pero falta más apropiación como tal del tema. Y más ahora, cuando, por ejemplo, han aumentado la llegada de turistas a vacacionar, pesca deportiva, la temporada de ballenas y especialmente los cruceros internacionales. Una vez sentado en la sala de espera del Aeropuerto Olaya Herrera de Medellín conté rápidamente más de diez vuelos oficiales a Bahía Solano y Juradó.
La gastronomía marino-costera: Ni hablar de la abundante y riquísima oferta gastronómica que nos ofrece esta subregión a lo largo y ancho de ella, como en muchas otras partes de la geografía chocoana y foránea. “Es un manjar de los Dioses” dicen algunos. Afortunadamente viene siendo muy explotado por emprendimientos chocoanos. El técnico Néstor resalta que “esta gastronomía es típica del Pacifico. Hay unos puntos muy altos como Coquí y Joví, corregimientos con procesos más estandarizados como recetas y presentación”.
La conservación: Por lo que hemos dicho anteriormente y en escritos pasados (“La conservación y la educación agroambiental como estrategia de liderazgo empresarial”), este renglón es fundamental en la zona; por lo que se debe “Gestionar y aprovechar esas calificaciones que se han dado de “pulmón mundial”, “reserva natural”, “destino turístico sostenible”, “Nuquí, pueblo que enamora” o “Marca Pacífico Colombia”, entre muchas otras”. No sigamos de ““guardabosques” gratis y se aproveche la conservación y la educación agroambiental, “sensu stricto” si quiere. Tenemos las áreas protegidas que han declarado Codechocó, el IIAP y otras instituciones del SINA; para la producción y almacenamiento de toneladas de carbono, por ejemplo”. Para el biólogo Jaime Vélez, “ya debemos quitarnos de la mente la idea de seguir cuidando los bosques sin nada a cambio, pues aquí altos niveles de desempleo para simplemente mirar un bosque y no estar recibiendo, ni siquiera, lo de los servicios ambientales por eso”.
Entonces, sin duda alguna concluyo que la subregión de la Costa Pacífica se debe dedicar a la pesca marina y a la transformación y comercialización de mariscos. Como he mencionado en anteriores escritos “Un solo producto que abarque toda la cadena, que toda la comunidad se mueva y sienta que vive en torno a él. Que sea el motor. Que uno llegue y toda la economía sea entorno a ese producto”. El pescador industrial, el pescador artesanal, el operador turístico, las pesqueras y sitios de transformación, ventas formales e informales, el hotel, el restaurante, las artesanías, recuerdos de viaje, lugares de diversión y esparcimiento, etc., etc. Por lo tanto, hay que fortalecer el sector, no debe darnos miedo. Como dije arriba, “apropiarnos más del tema”.
Al respecto, Yerlin Ariel Palacios, ex coordinador de turismo de la Secretaría de Desarrollo Económico y Recursos Naturales de la Gobernación del Chocó cuenta que “la participación activa (propiedad) de nativos en el sector turístico es bajo, cerca del 95% es foráneo y que están legalmente constituidos con oficinas matrices en otras partes del país, es un turismo formal. Hay foráneos que se quedan a vivir en la región, implementan unidades productivas, pensamos que son de la zona, pero son de afuera. Sin embargo, resalto que hay un importante crecimiento de los nativos en el negocio directo”. Un poco más optimista, para Néstor Perea resalta que “Digamos que un 50% pero con la capacidad de atención de un 30% para lo que se mueve”. El biólogo Keiler Perea, nativo de la subregión, nos dice que “la participación activa del nativo puede estar entre el 70-80%, pero de todas formas el mayor % de turismo se hace en Nuquí”.
Para lo cual Carlos M. Castillo Ayala escribe que “Nuquí ha venido avanzando en su infraestructura urbana; todos estos desarrollos contribuyen a atraer inversionistas a la ciudad. Por el lado empresarial, en el año 2017, la cabecera municipal tenía una muy reducida oferta hotelera, se consideraba que solo en las playas podía existir turismo, con la construcción del hotel Acualí, no solo se rompió este paradigma, sino que además se recuperó un sector que antes lucia desolado, se demostró que es posible retener a los turistas en la cabecera y se incentivó la inversión hotelera, hoy se han construido 9 hoteles nuevos desde la apertura del hotel Acualí, esto ha permitido florecer la oferta hotelera, gastronómica y otros negocios, para terminar de acondicionar la ciudad para que atraiga más visitantes, es urgentísimo mejorar el servicio del hospital municipal, dotándolo mejor y contratando más profesionales médicos; se requiere que los empresarios creen productos conexos, hasta el momento han sido muy apáticos, se ve a los turistas caminando las calles sin tener que hacer, porque ni siquiera hay una puesto de información turística y menos personal que brinde apoyo al turista, la autoridad municipal vive en un mundo paralelo, poco esfuerzo le dedican al turismo, el empresariado y sus necesidades. A pesar de estos y otros lunares, Nuqui está medianamente lista para acelerar su desarrollo sostenible, falta crear dinámicas y condiciones para que un número importante de sus habitantes encuentren oportunidades en este nuevo orden económico, aquí debemos aportar y esforzarnos todos”. Al respecto, Perea Gamboa indica que en este mismo lugar “vale la pena resaltar el Hotel Obega Pacific que funciona desde 2019 y donde se generan alrededor de ocho empleos indirectos, con una infraestructura de cuatro pisos y un restaurante donde se potencializa los sabores del Pacífico”.
