Antecedentes del  paro cívico de 1967 por falta de agua y luz. Por : Américo Murillo Londoño (Mis memoria III parte)

Movimientos y paros sociales  en el Chocó

Se han publicado varios escritos con antelación a esta columna, relacionados con el movimiento cívico acaecido en Quibdó en agosto de 1967 con ocurrencia del voraz incendio que arrasó con una tercera parte de las construcciones de la capital Chocoana; que comprendió viviendas, establecimientos de comercio, oficinas públicas, la redes electicas incluido transformadores y la escasa red telefónica, que   originó el éxodo de muchas familias y comerciantes que perdieron todos sus haberes, unos por causa de la conflagración y otros con ocasión al saqueo protagonizado por personas sin escrúpulos ante el dolor de las inermes víctimas.

Antes que referirme a los sucesos del paro mismo y sus consecuencias fatales como por ejemplo el lamentable fallecimiento de 3 personas que no participaban en el enfrentamiento entre manifestantes y las fuerzas del orden, prefiero anticiparme a comentar sobre la génesis o causas remotas por las cuales la población protestaba con justa razón, exigiendo agua y luz, servicios públicos esenciales catalogados como derechos fundamentales en toda organización poblacional, los cuales se vieron afectados sensiblemente por el mencionado incendio que sufrió la capital del Chocó.

Parque Centenario epicentro de la protesta social en Quibdó.

De conformidad con informaciones publicadas en el Periódico ABC y retomadas en la Columna ”El Guarengue publicada el 28 de mayo del 2022, haciendo referencia a que  cuando el Chocó era intendencia, los estudios y levantamiento de planos para el acueducto de Quibdó, se iniciaron en  1930 por el Ingeniero Chocoano Luis Felipe Valencia Lozano, hermano de los distinguidos personajes Jorge y Reinaldo Valencia Lozano.

Los estudios aludidos tenían una proyección de 25 años  para un máximo de 10.000 habitantes, que Valencia Lozano consideraba que a la par del acueducto debería desarrollarse el proyecto de un alcantarillado moderno en atención a que sólo existían desagues y especies de canales para las aguas residuales o servidas y si bien con el acueducto se resolvían problemas patológicos por contaminación del agua, la carencia total de alcantarillado, no permitía que se solucionara la situación de saneamiento básico, criterio compartido por la dirigencia Chocoana de la época, incluyendo por supuesto al Intendente Dr. Adán Arriaga Andrade.

El Gobernador Mosquera Rivas,acompañado de funcionarios en la obra del edificio 8 pisos

Paradójicamente, el paro de 1967 que se adelantó en contra de la administración departamental del Dr. Ramón Mosquera Rivas, en su tesis de grado como Ingeniero Civil y de Minas de la Universidad Nacional de Medellín, en noviembre de 1935, , planteaba como: “el saneamiento de las poblaciones del Chocó es una de sus más  apremiantes necesidades. A este respecto nada se ha hecho. Solo ahora empieza la preocupación por dotar a Quibdó de acueducto y alcantarillado. Pero la labor en este sentido debe extenderse a todas las ciudades que componen la Intendencia del Chocó. La actual provisión de agua es inadecuada y encierra toda clase de peligros. Sin acueducto y alcantarillado no se puede pensar en la modernización de la comarca…”

Como parte del proyecto del acueducto, se contrató por el Ingeniero Valencia Lozano, los estudios y análisis químico de las aguas del Río Cabí, con el Dr. Federico Lleras Acosta, quien fue el  primero en instalar en Colombia un laboratorio particular de Bacteriología, Parasitología y Química Orgánica. El resultado de ese estudio reveló que las aguas del Cabí eran aptas para el consumo humano.

Además comprendía el proyecto en mención, el diseño de un tanque elevado metálico, la red de distribución que incluía  las tuberías, accesorios, hidrantes  contra incendios, válvulas y ventosas. Debo agregar a lo anteriormente anotado, en la columna el Guarengue y en el ABC, que hoy día se puede observar donde funciona la Estación de Bomberos de Quibdó, uno de los hidrantes que se instalaron en ejecución de la construcción de las obras del acueducto; pero además  debo mencionar que las placas o piezas del tanque elevado, sus remaches y los soportes o estructuras metálicas para sostenerlo, fueran traídas en las embarcaciones que en otrora venían desde Cartagena. Ese tanque, que aún se encuentra instalado en él, se observa una plaquita en la que se anota que sus partes fueron construidas en los Estados Unidos de América.

En los espacios periodísticos antes anotados, se narra que sólo en 1934, el gobierno nacional giró la partida de $30.000.oo específicamente para la construcción del acueducto, suma que había sido aprobada por la ley 34 de 1926, lo que indica que de antaño el chocó ha sido menospreciado y poco querido por el nivel central.

El acueducto de Quibdó se inauguró en 1942, lo que de suyo muestra que para agosto de 1967 fecha del estallido del paro cívico, el acueducto que funcionaba, además de obsoleto era deficiente y que la planeación y ejecución de las obras complementarias para su modernización, tenían muchos años de retraso, por parte del Estado Colombiano, según los cálculos hechos por el Dr. Luis Felipe Valencia.

Acudeucto de Quibdó,años 70.

De otra parte es del caso traer a colación o hacer una retrospección de como exponencialmente la población de Quibdó se había crecido como también el número de viviendas aumentado; no porque se hubieran expandido fuera de lo que denominamos como el anillo central; sino que se incrementaron poco a poco las viviendas y negocios, en solares de los Barrios Pandeyuca, Cristo Rey, Alameda Reyes y César Conto.

Ahora bien en lo atinente a la generación y distribución de la energía eléctrica, antes del famoso incendio de 1967, considero pertinente hacer una remembranza de situaciones que ocurrían en Quibdó en la época que cursaba el tercer año de bachillerato (hoy grado 8) en 1963 en el Colegio Carrasquilla; ya que posteriormente  salí del Chocó a terminar de educarme en otros lares, época que ya se hacían chistes en el sentido de indicar, que más alumbraba el lucero de Quito (Planeta Venus) que los bombillos de cualquier casa.

Recuerdo bien, como una buena cantidad muchachos y jóvenes que en tiempos de exámenes finales, madrugábamos a estudiar en el Parque Infantil (hoy Manuel Mosquera Garcés) o en el Parque Centenario, para aprovechar las luces de sus farolas, como también las de la edificación que tenía la antigua sede del Banco de la República o bien en el interior del “Café Edén” ubicado en la carrera primera diagonal al Parque Centenario, que tenía excelente iluminación, lugares todos, donde a eso de las 5 de la mañana no faltaba el vendedor de unas mogollas inigualables en sabor, que tenían una pizca  de anís y azúcar, elaboradas por la señora Severa Panesso.

En lo que tiene que ver con el suministro de la energía eléctrica en Quibdó, vale acotar que hay registro que la primera planta que funcionó en esta ciudad, su combustible era leña, así como acontecía con las antiguas locomotoras, que además tenía una bomba de succión  conectada al Río Atrato, que el agua y el calor de la combustión de la leña, producían vapor que ponía la planta en movimiento generando electricidad. Tiempo después para el año de 1961 Quibdó contaba con 2 plantas de energía una de marca Lister Blackstone y otra marca Worthintong, con capacidad de 700 kilovatios entre las dos; a estas dos plantas más adelante en 1966 se agregó una más, marca Blackstone de 400  kilovatios y para su instalación mediante Decreto 1128 de ese año, el Gobierno apropio una partida de $60.00 que tampoco fueron suficientes por el aumento de la población y consecuentemente el consumo de energía.

Vale anotar, que el combustible que era Diesel, que se lo compraba a la ESSO, el  Ministerio de Minas y Emergía, entidad a la que estaban adscritas las electrificadoras del país. lo despachaban desde Turbo en unos planchones movilizados por unos remolcadores, que no se movían de Turbo con destino a Quibdó cuando el pago del combustible entraba en mora prolongada; lo que obligaba a la Electrificadora, que entre otras, carecía de capacidad de almacenamiento, a proceder necesariamente a racionar el combustible y por ende el suministro de energía eléctrica en forma permanente.

De contera como el servicio de acueducto que era responsabilidad del Insfopal, instituto descentralizado del orden nacional, no tenía una planta de energía propia en sus instalaciones, también racionaba el suministro del agua; situación a la que fuimos sometidos  apaciblemente durante varios años los habitantes de Quibdó.

Este escrito continuará en la próxima edición.

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