La Columna de Odín «Recuerdos de Canadá II».

MANO PELE, CHUSPA AL SUELO.

RADICADO. 31.653.
Retomando el hilo de nuestro imaginario viaje a Canadá, recuerdo que corriendo el día 30 de agosto del año 2.009, que coincidía con la fecha de mi cumpleaños, y que mi familia había decidido abstenerse de celebrar, para mejor oficiar la Santa Eucaristía en mi residencia de la Vía a Pacurita, pues en las vísperas, o en horas previas, se había regado la noticia de la posible detención de Edgar Eulises, mientras en mi casa crecía la preocupación, porque me había llamado telefónicamente de Medellín el ex presidente de la Cámara Óscar Arboleda (Q.E.P.D), y me había manifestado que en la residencia de Fabio Valencia Cossío, Ministro del interior de la época, se había comentado lo que nos estaba ocurriendo, y que concretamente, aunque no habían dado razones sobre órdenes de captura contra mí, el comentario indicaba que existía, y que entre lunes y martes, después de recoger las 9 firmas de los Magistrados integrantes de la sala, la enviaban a la Fiscalía para que practicaran el correspondiente procedimiento. Lo cierto es que viajé a Bogotá esperanzado como cualquier inocente, en que, de un momento a otro se pudiera solucionar el problema, máxime que en el ambiente quedaba el interrogante de que, si Edgar y yo teníamos el mismo radicado, ¿por qué razón las órdenes de captura se habían expedido para cada quien, y en autos y en fechas diferentes?
Ese 1º. de septiembre, día que de por si iba a estar muy agitado, contrarié la costumbre y en lugar de ropa ligera me estrené un vestido de paño italiano color azul, con rayas blancas menudas, confeccionado por Blanca Grijalba, sastre que, al toparme con ella, dijo ser amiga de Augusto Cicerón, conocedor de moda y belleza. Ella, una excelente modista que me llevaba a domicilio en gigantes maletas los finos paños, las telas para camisas, y las coloridas corbatas para escoger. Y no es por Chicanear, pero en los 2 periodos que tuve el honor de estar en el Congreso, que para los enemigos fue una eternidad, sin que fuera mi prioridad, marqué una nota alta en la forma de vestir y en la calidad de la ropa, tanto que en alguna de esas revistas especializadas en temas de modas, aparecí como uno de los parlamentarios mejor vestidos de la época, pero que al final no sirvió de nada, porque bien o regularmente vestido, a Canadá fui a parar por casi 4 años.
El primero en calmarse de los nervios ese 1º. de septiembre fue Edgar, pues según cuentan las abundantes interceptaciones que se venían haciendo por el CTI, por órdenes de la Honorable Corte, entre ellas una conversación telefónica entre Edgar y Alex Mosquera, hijo de Carlos Mosquera (Carlos Ruina), y sobrino del testigo perverso, conocido de autos por sus desafectos para conmigo y mi familia, en donde Edgar preguntaba: «¿Ya cogieron a Odín?». Pregunta que se repitió por un día o día y medio, que fue la diferencia entre la captura de Edgar y mi entrega; suceso que trae a mis recuerdos la anécdota de “Manolo” Barcha, quien en alguno de sus viajes a Quibdó, cuando era Representante a la Cámara en la misma legislatura que Daniel Palacios Martínez, en pleno vuelo le dio un «Soponcio» que lo único que lo pudo reanimar fue cuando alguno de los pasajeros que acudieron en su ayuda junto a la auxiliar de vuelo, le susurró al oído: «¿Carajo Manolo, y tú te vas a morir, y le vas a dejar todo el Poder a Danielito?». Manolo estaba ido, pero al parecer las palabras al oído fueron como una especie de «linimento» que le echaron o le dieron a oler, porque inmediatamente volvió en sí, reponiéndose de la intempestiva crisis en que había caído en pleno vuelo. Es la misma reacción que pudo ocurrir en Edgar, al enterarse que dentro de poco lo estaría acompañando en el Bunker de la Fiscalía.
A Edgar lo angustiaba el hecho de no tener noticias mías desde el día del Operativo del CTI que lo condujo al Bunker, no solamente por la incertidumbre de si su compañero de proceso -Radicado 31.653-, sería conducido igualmente a las instalaciones de la Fiscalía, o en su defecto la Corte se abstendría de proferirme la orden de captura, caso en el cual me imagino se agudizarían los celos y el nerviosismo, por el hecho también de que dormir en un calabozo, rodeado de personajes desconocidos seria de susto. ¡Yo también que fuera!, en el entendido que, de acuerdo con las películas gringas, en aquellos sitios impera siempre la «ley del más fuerte», y nunca se sabe lo que pueda suceder. Pero esto no dejó de ser meras suposiciones, porque una vez cumplidos los ritos que impone la ley 600 del 2.000: Indagatoria y resolución de situación Jurídica, con imposición de medida de aseguramiento intramural como en verdad sucedió, para que fuéramos a terminar a los patios del “R Sur” de la Cárcel Nacional de la Picota de Bogotá, donde fuimos atendidos de la mejor manera por un grupo de líderes y dirigentes políticos regionales, de los que hacían parte: Juan Carlos Martínez, oriundo de Timbiquí y de padre Istmineño, Alberto Santofimio, Humberto Gómez Gallo y Carlos Orjuela García del Tolima, Miguel de la Espriella y Salomón Nader de Córdoba, Javier Cáceres Leal de Bolívar, “El Gordo” García de Sucre, Richard Aguilar de Santander, Rubén Quintero Villada y Cesar Pérez García de Antioquia.
PDTA: Más allá que la inseguridad Jurídica en nuestro Estado Social de Derecho es una barbaridad, en donde a unos ciudadanos se les aplica una Constitución y a otros otra, no puedo negar que en las afugias y en los momentos difíciles se encuentra uno con amigos que, después de conocerlos, la verdad, es que valen la pena.
Atentamente,
Odín Sánchez Montes de Oca

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